Lapidación de San Esteban
RESUMEN
Esteban era de origen judío. Su nombre significa: "coronado" (Esteb: corona) Dio honra a su nombre coronando su vida con el martirio.
Se le llama "protomartir" porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Se desconoce por completo su conversión al cristianismo. La S. Biblia se refiere a él por primera vez en los Hechos de los Apóstoles. Narra que en Jerusalén hubo una protesta de las viudas helenistas (de origen griego). Las viudas decían que, en la distribución de la ayuda diaria, se les daba mas preferencia a los que eran de Israel, que a los pobres del extranjero. Cuando esa comunidad creció, los apóstoles, para no dejar su labor de predicar, confiaron el servicio de los pobres a siete ministros de la caridad llamados diáconos (que significa "ayudante", "servidor", grado inmediatamente inferior al sacerdote). Estos fueron elegidos por voto popular, por ser hombres de buena conducta, llenos del Espíritu Santo y de reconocida prudencia. Los elegidos fueron Esteban, Nicanor y otros. Esteban además de ser administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia. La palabra del Señor se difundió y el número de discípulos se multiplicó extraordinariamente en Jerusalén; también un gran número de sacerdotes se sometieron a la fe.
Esteban hablaba de Jesucristo con un espíritu tan sabio que ganaba los corazones y los enemigos de la fe no podían hacerle frente. Al ver los ancianos la influencia que ejercía sobre el pueblo, lo llevaron ante el Tribunal Supremo de la nación llamado Sanedrín y, recurriendo a testigos falsos que lo acusaron de blasfemia contra Moisés y contra Dios. Estos afirmaron que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes, puesto que Jesús de Nazaret las había sustituido por otras. Todos los del tribunal, al observarlo, vieron que su rostro brillaba como el de un ángel. Por esa razón, lo dejaron hablar, y Esteban pronunció un poderoso discurso recordando la historia de Israel.
Contenido del discurso de Esteban: (Hechos 7, 2-53)
Demostró que Abraham, el padre y fundador de su nación, había dado testimonio y recibido los mayores favores de Dios en tierra extranjera; que a Moisés se le mandó hacer un tabernáculo, pero se le vaticinó también una nueva ley y el advenimiento de un Mesías; que Salomón construyó el templo, pero nunca imaginó que Dios quedase encerrado en casas hechas por manos de hombres. Afirmó que tanto el Templo como las leyes de Moisés eran temporales y transitorias y debían ceder el lugar a otras instituciones mejores, establecidas por Dios mismo al enviar al mundo al Mesías.
Demostró no haber blasfemado contra Dios, ni contra Moisés, ni contra la ley o el templo; que Dios se revela también fuera del Templo. Confrontó a sus acusadores con estas palabras: (Hch 7, 51-54)
¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros! ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de aquel a quien vosotros ahora habéis traicionado y asesinado; vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles y no la habéis guardado.
La reacción de Esteban y sus enemigos pone en relieve que se trata de una batalla espiritual, cada bando con sus características propias: Dios y el demonio (54-60)
Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia y rechinaban sus dientes contra él. Pero él (Esteban), lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios; y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios.» Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él; le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.
La violencia contra Esteban se propagó contra toda la Iglesia (Hch 8,1-3)
Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.
Las circunstancias del martirio indican que la lapidación de San Esteban no fue un acto de violencia de la multitud sino una ejecución judicial. De entre los que estaban presentes consintiendo su muerte, uno, llamado Saulo, el futuro Apóstol de los Gentiles, supo aprovechar la semilla de sangre que sembró aquel primer mártir de Cristo.
Los restos de Esteban fueron encontrados por el sacerdote Luciano en Gamala de Palestina, en diciembre del año 415. El hallazgo suscitó gran conmoción en el mundo cristiano. Las reliquias se distribuyeron por todo el mundo, lo cual contribuyó a propagar el culto de San Esteban, obrando Dios numerosos milagros por la intercesión del protomartir.
San Evodio, obispo de Uzalum, en Africa y San Agustín, dejaron descripción de muchos de los milagros. San Agustín dijo en un sermón: "Bien está que deseemos obtener por su intercesión los bienes temporales, de suerte que, imitando al mártir, consigamos finalmente los bienes eternos". Ciertamente, la misión principal del Mesías no es remediar los males temporales, pero a pesar de ello, durante su vida mortal, Jesús sanó a los enfermos, libró a los posesos y socorrió a los miserables a fin de darnos pruebas sensibles de su amor y de su poder divino. Las sanaciones físicas son además una señal de la obra de sanación espiritual que Jesús hace. Sabemos que, aunque no otorge una sanación física, siempre sana los corazones que a El se abren.
La fiesta de San Esteban siempre fue celebrada inmediatamente después de la Navidad para que, siendo el protomartir, fuese lo mas cercano a la manifestación del Hijo de Dios. Antiguamente se celebraba una segunda fiesta de San Esteban el 3 de agosto, para conmemorar el descubrimiento de sus reliquias, pero por un Motu Propio de Juan XXIII, fechado el 25 de julio, de 1960, esta segunda fiesta fue suprimida del Calendario Romano.
San Esteban
Benedicto XVI, 10 enero 2007 (ZENIT.org)
Queridos hermanos y hermanas:
Después de las fiestas, volvemos a nuestras catequesis. Había meditado con vosotros en las figuras de los doce apóstoles y de san Pablo. Después habíamos comenzado a reflexionar en otras figuras de la Iglesia naciente. De este modo, hoy queremos detenernos en la persona de san Esteban, festejado por la Iglesia el día después de Navidad. San Esteban es el más representativo de un grupo de siete compañeros. La tradición ve en este grupo el germen del futuro ministerio de los «diáconos», si bien hay que destacar que esta denominación no está presente en el libro de los «Hechos de los Apóstoles». La importancia de Esteban, en todo caso, queda clara por el hecho de que Lucas, en este importante libro, le dedica dos capítulos enteros.
La narración de Lucas comienza constatando una subdivisión que tenía lugar dentro de la Iglesia primitiva de Jerusalén: estaba formada totalmente por cristianos de origen judío, pero entre éstos algunos eran originarios de la tierra de Israel, y eran llamados «hebreos», mientras que otros procedían de la de fe judía en el Antiguo Testamento de la diáspora de lengua griega, y eran llamados «helenistas». De este modo, comenzaba a perfilarse el problema: los más necesitados entre los helenistas, especialmente las viudas desprovistas de todo apoyo social, corrían el riesgo de ser descuidadas en la asistencia de su sustento cotidiano. Para superar estas dificultades, los apóstoles, reservándose para sí mismos la oración y el ministerio de la Palabra como su tarea central, decidieron encargar a «a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría» para que cumplieran con el encargo de la asistencia (Hechos 6, 2-4), es decir, del servicio social caritativo. Con este objetivo, como escribe Lucas, por invitación de los apóstoles, los discípulos eligieron siete hombres. Tenemos sus nombres. Son: «Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquia. Los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos» (Hechos 6,5-6).
El gesto de la imposición de las manos puede tener varios significados. En el Antiguo Testamento, el gesto tiene sobre todo el significado de transmitir un encargo importante, como hizo Moisés con Josué (Cf. Números 27, 18-23), designando así a su sucesor. Siguiendo esta línea, también la Iglesia de Antioquía utilizará este gesto para enviar a Pablo y Bernabé en misión a los pueblos del mundo (Cf. Hechos 13, 3). A una análoga imposición de las manos sobre Timoteo para transmitir un encargo oficial hacen referencia las dos cartas que San Pablo le dirigió (Cf. 1 Timoteo 4, 14; 2 Timoteo 1, 6). El hecho de que se tratara de una acción importante, que había que realizar después de un discernimiento, se deduce de lo que se lee en la primera carta a Timoteo: «No te precipites en imponer a nadie las manos, no te hagas partícipe de los pecados ajenos» (5, 22). Por tanto, vemos que el gesto de la imposición de las manos se desarrolla en la línea de un signo sacramental. En el caso de Esteban y sus compañeros se trata ciertamente de la transmisión oficial, por parte de los apóstoles, de un encargo y al mismo tiempo de la imploración de una gracia para ejercerlo.
Lo más importante es que, además de los servicios caritativos, Esteban desempeña también una tarea de evangelización entre sus compatriotas, los así llamados «helenistas». Lucas, de hecho, insiste en el hecho de que él, «lleno de gracia y de poder» (Hechos 6, 8), presenta en el nombre de Jesús una nueva interpretación de Moisés y de la misma Ley de Dios, relee el Antiguo Testamento a la luz del anuncio de la muerte y de la resurrección de Jesús. Esta relectura del Antiguo Testamento, relectura cristológica, provoca las reacciones de los judíos que interpretan sus palabras como una blasfemia (Cf. Hechos 6, 11-14). Por este motivo, es condenado a la lapidación. Y san Lucas nos transmite el último discurso del santo, una síntesis de su predicación.
Como Jesús había explicado a los discípulos de Emaús que todo el Antiguo Testamento habla de Él, de su cruz y de su resurrección, de este modo, san Esteban, siguiendo la enseñanza de Jesús, lee todo el Antiguo Testamento en clave cristológica. Demuestra que el misterio de la Cruz se encuentra en el centro de la historia de la salvación narrada en el Antiguo Testamento, muestra realmente que Jesús, el crucificado y resucitado, es el punto de llegada de toda esta historia. Y demuestra, por tanto, que el culto del templo también ha concluido y que Jesús, el resucitado, es el nuevo y auténtico «templo». Precisamente este «no» al templo y a su culto provoca la condena de san Esteban, quien, en ese momento --nos dice san Lucas--, al poner la mirada en el cielo vio la gloria de Dios y a Jesús a su derecha. Y mirando al cielo, a Dios y a Jesús, san Esteban dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios» (Hechos 7, 56). Le siguió su martirio, que de hecho se conforma con la pasión del mismo Jesús, pues entrega al «Señor Jesús» su propio espíritu y reza para que el pecado de sus asesinos no les sea tenido en cuenta (Cf. Hechos 7,59-60).
El lugar del martirio de Esteban, en Jerusalén, se sitúa tradicionalmente algo más afuera de la Puerta de Damasco, en el norte, donde ahora se encuentra precisamente la iglesia de Saint- Étienne, junto a la conocida «École Biblique» de los dominicos. Al asesinato de Esteban, primer mártir de Cristo, le siguió una persecución local contra los discípulos de Jesús (Cf. Hechos 8, 1), la primera que se verificó en la historia de la Iglesia. Constituyó la oportunidad concreta que llevó al grupo de cristianos hebreo-helenistas a huir de Jerusalén y a dispersarse. Expulsados de Jerusalén, se transformaron en misioneros itinerantes. «Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra» (Hechos 8, 4). La persecución y la consiguiente dispersión se convierten en misión. El Evangelio se propagó de este modo en Samaria, en Fenicia, y e Siria, hasta llegar a la gran ciudad de Antioquía, donde, según Lucas, fue anunciado por primera vez también a los paganos (Cf. Hechos 11, 19-20) y donde resonó por primera vez el nombre de «cristianos» (Hechos 11,26).
En particular, Lucas especifica que los que lapidaron a Esteban «pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo» (Hechos 7, 58), el mismo que de perseguidor se convertiría en apóstol insigne del Evangelio. Esto significa que el joven Saulo tenía que haber escuchado la predicación de Esteban, y conocer los contenidos principales. Y San Pablo se encontraba con probabilidad entre quienes, siguiendo y escuchando este discurso, «tenían los corazones consumidos de rabia y rechinaban sus dientes contra él» (Hechos 7, 54). Podemos ver así las maravillas de la Providencia divina: Saulo, adversario empedernido de la visión de Esteban, después del encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco, reanuda la interpretación cristológica del Antiguo Testamento hecha por el primer mártir, la profundiza y completa, y de este modo se convierte en el «apóstol de las gentes». La ley se cumple, enseña él, en la cruz de Cristo. Y la fe en Cristo, la comunión con el amor de Cristo, es el verdadero cumplimiento de toda la Ley. Este es el contenido de la predicación de Pablo. Él demuestra así que el Dios de Abraham se convierte en el Dios de todos. Y todos los creyentes en Cristo Jesús, como hijos de Abraham, se convierten en partícipes de las promesas. En la misión de san Pablo se cumple la visión de Esteban.
La historia de Esteban nos dice mucho. Por ejemplo, nos enseña que no hay que disociar nunca el compromiso social de la caridad del anuncio valiente de la fe. Era uno de los siete que estaban encargados sobre todo de la caridad. Pero no era posible disociar caridad de anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio. Esta es la primera lección que podemos aprender de la figura de san Esteban: caridad y anuncio van siempre juntos.
San Esteban nos habla sobre todo de Cristo, de Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida. Podemos comprender que la Cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal. En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la famosa fase de Tertuliano, fuente de misión para los nuevos cristianos. Cito sus palabras: «Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla» («Apologetico» 50,13: «Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis christianorum»). Pero también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano, incluso en momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva hacia él y de él se alimenta la Iglesia. San Esteban nos enseña a aprender estas lecciones, nos enseña a amar la Cruz, pues es el camino por el que Cristo se hace siempre presente de nuevo entre nosotros.
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SANTO STEFANO PROTOMARTIRE - Fiesta 26 de Diciembre.
Stefano (... - Jerusalén, 26 de diciembre, 36) fue el primero de los siete diáconos elegidos por los apóstoles para ayudar en el ministerio de la fe. Él nació judio. Venerado como santo por la Iglesia Católica y la Iglesia ortodoxa, fue el primer mártir, y el primer cristiano que ha dado su vida para dar testimonio de su fe en Cristo, para difundir el Evangelio.
Su martirio se describe en los Hechos de los Apóstoles, donde es evidente es su llamado al servicio tanto de los discípulos de su martirio por lapidación se llevó a cabo en presencia de Pablo de Tarso (Saulo) antes de la conversión.
Fecha de la muerte
Usted puede fijar con bastante certeza la fecha de su muerte por la forma en que sucedió: el hecho de que fue muerto por crucifixión (o con el método utilizado por los romanos que ocupan), pero por lapidación, que significa la muerte de Esteban ocurrió durante la deposición al vacío tras la administración de Poncio Pilato (36), que fue antagonizado irremediablemente a la población a la violencia excesiva utilizada para sofocar la revuelta de los Gerizim llamado Monte.
En ese momento al mando en Palestina era entonces el Sanedrín, que llevaron a cabo las condenas a muerte por lapidación, según la tradición local. En particular, la Biblia dice que Stefano también antagoniza algunos libertos, llamado así probablemente debido a que los descendientes de los Judios que habían esclavizado a Pompeyo (69 aC) y luego habían conquistado su libertad.
El culto
De acuerdo con una tradición legendaria de los contenidos, en el año 415, un sacerdote llamado Lucian pensó que había encontrado el cuerpo cerca de Jerusalén, después que Stefano tenía en un estado de sueño el lugar del entierro. La tradición se extendió rápidamente por todo el mundo latino y griego, y hubo una gran proliferación de las reliquias atribuida erróneamente a Stefano , pero se extenderá el culto de una manera extraordinaria.
En particular, algunas de estas reliquias fueron llevadas a Menorca en las Islas Baleares, y los cristianos con motivo de la isla, tal vez el deseo de vengar la muerte del mártir, dio a luz a una feroz persecución de los Judios que viven allí.
Las historias de aventura del descubrimiento del cuerpo ("invención"), su primera traducción de la segunda jornada de Constantinopla y Roma, desde hace mucho tiempo, dijo en la Legenda Aurea (Cap. CXII, La invención de San Esteban).
Otra leyenda habla de que el cuerpo de Esteban en Venecia.
Por el hecho de ser los primeros mártires cristianos, su fiesta litúrgica se celebra el 26 de diciembre, es decir, inmediatamente después de la Navidad celebra el nacimiento de Cristo.
El color del vestido usado por el sacerdote durante la Misa en el día de hoy es de color rojo, como en todas las ocasiones en que él recuerda como un mártir.
Hasta 1960 se celebró la fiesta de la "invención" (o "descubrimiento") de las reliquias de San Esteban el 03 de agosto, día en que este descubrimiento podría tener lugar. Sin embargo, en algunos lugares es una reminiscencia del primer mártir en el día de hoy, por ejemplo, en Concordia Sagittaria, y en toda la diócesis de Concordia-Pordenone, que es el patrón.La Iglesia ortodoxa también se recuerda al santo en esta fecha.
Patronatos
San Esteban es el santo patrón de los municipios italianos siguientes:
Santo Stefano è il patrono dei seguenti comuni italiani:
Aci Bonaccorsi
Appiano Gentile
Baiano
Bagnolo Cremasco
Barbiano di Cotignola
Bazzano
Biella
Canzo
Caorle
Capua
Casalbordino
Casale Cremasco
Casalincontrada
Casalmoro
Cascine di Buti
Castel Frentano
Castellazzo Bormida
Castelmassa
Cesano Maderno
Cividate Camuno
Civita d'Antino
Collemancio
Concordia Sagittaria
Corteolona
Cotignola
Cugnoli
Farra di Soligo
Felizzano
Fiano Romano
Filattiera
Filicudi
Fino Mornasco
Grotte Santo Stefano copatrono con San Venerando
Lenno
Mariano Comense
Martellago
Mazzo di Valtellina
Melito di Napoli
Menaggio
Milazzo
Monteleone Rocca Doria
Mozzanica
Occhieppo Superiore
Olgiate Olona
Osnago
Pieve Santo Stefano
Piobbico
Piovene Rocchette
Pizzoli
Porto Santo Stefano
Potenza Picena
Poviglio
Prato
Priocca
Putignano
Qualiano
Quarna Sopra
Revò
Ripa Teatina
Rogno
Rosate
Ruda
Sale di Gussago
Salice (Messina)
Santo Stefano Quisquina copatrono
Santo Stefano del Sole
Santo Stefano di Magra
Santo Stefano in Aspromonte
Santo Stefano di Rogliano
San Stino di Livenza
Segrate
Sessa Cilento
Settefrati
Sorico
Taurisano
Taino
Telese Terme
Tradate
Trinitapoli
Vedano al Lambro
Vermiglio
Viggiù
Villa di Serio
Villanova d'Albenga
Vimercate
Vitulazio
Vizzola Ticino
IGLESIAS DEDICADAS A SANTO STEFANO Chiese dedicate a Santo Stefano
Basilica di Santo StefanoChiesa di Santo StefanoOratorio di Santo StefanoPieve di Santo Stefano
BENEDICTO XVI - AUDIENCIA GENERAL - San Esteban, protomártir
Queridos hermanos y hermanas:
Después de las fiestas, volvemos a nuestras catequesis. Había meditado con vosotros en las figuras de los doce apóstoles y de san Pablo. Después habíamos comenzado a reflexionar en otras figuras de la Iglesia primitiva. Hoy reflexionaremos en la persona de san Esteban, que la Iglesia festeja al día siguiente de Navidad. San Esteban es el más representativo de un grupo de siete compañeros.
La tradición ve en este grupo el germen del futuro ministerio de los "diáconos", aunque es preciso constatar que esta denominación no se encuentra en el libro de los Hechos de los Apóstoles. En cualquier caso, la importancia de san Esteban se manifiesta por el hecho de que san Lucas, en este importante libro, le dedica dos capítulos enteros.
La narración de san Lucas comienza constatando una subdivisión que existía dentro de la Iglesia primitiva de Jerusalén: estaba compuesta totalmente de cristianos de origen judío, pero algunos de estos eran originarios de la tierra de Israel —se les llamaba "hebreos"—, mientras que otros, de fe judía veterostestamentaria, procedían de la diáspora de lengua griega —se les llamaba "helenistas"—. Por eso comenzaba a perfilarse un problema: se corría el riesgo de descuidar a las personas más necesitadas entre los helenistas, especialmente a las viudas desprovistas de todo apoyo social, en la asistencia para su sustento diario.
Para salir al paso de estas dificultades, los Apóstoles, reservándose para sí mismos la oración y el ministerio de la Palabra como su tarea central, decidieron encargar a "siete hombres de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría" que llevaran a cabo el oficio de la asistencia (cf.Hch 6,2-4), es decir, del servicio social caritativo. Con este objetivo, como escribe san Lucas, por invitación de los Apóstoles los discípulos eligieron siete hombres. Conocemos sus nombres: "Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos" (Hch 6, 5-6).
El gesto de la imposición de las manos puede tener varios significados. En el Antiguo Testamento, ese gesto tiene sobre todo el significado de transmitir un encargo importante, como hizo Moisés con Josué (cf. Nm 27, 18-23), designando así a su sucesor. En esta línea, también la Iglesia de Antioquía utilizará este gesto para enviar a Pablo y Bernabé en misión a los pueblos del mundo (cf.Hch 13, 3). A una análoga imposición de las manos sobre Timoteo, para transmitirle un encargo oficial, hacen referencia las dos cartas que san Pablo le dirigió (cf. 1 Tm 4, 14; 2 Tm 1, 6).
Que se trataba de una acción importante, que era preciso realizar después de un discernimiento, se deduce de lo que se lee en la primera carta a Timoteo: "No te precipites en imponer a nadie las manos; no te hagas partícipe de los pecados ajenos" (1 Tm 5, 22). Por tanto, vemos que el gesto de la imposición de las manos se desarrolla en la línea de un signo sacramental. En el caso de Esteban y sus compañeros se trata, ciertamente, de la transmisión oficial, por parte de los Apóstoles, de un encargo y al mismo tiempo de la imploración de una gracia para cumplirlo.
Conviene advertir que lo más importante es que, además de los servicios caritativos, san Esteban desempeña también una tarea de evangelización entre sus compatriotas, los así llamados "helenistas". En efecto, san Lucas insiste en que, "lleno de gracia y de poder" (Hch 6, 8), presenta en el nombre de Jesús una nueva interpretación de Moisés y de la misma Ley de Dios, relee el Antiguo Testamento a la luz del anuncio de la muerte y la resurrección de Jesús. Esta relectura del Antiguo Testamento, una relectura cristológica, provoca las reacciones de los judíos, que interpretan sus palabras como una blasfemia (cf. Hch 6, 11-14). Por este motivo es condenado a la lapidación. Y san Lucas nos transmite el último discurso del santo, una síntesis de su predicación.
Del mismo modo que Jesús había explicado a los discípulos de Emaús que todo el Antiguo Testamento habla de él, de su cruz y de su resurrección, también san Esteban, siguiendo la enseñanza de Jesús, lee todo el Antiguo Testamento en clave cristológica. Demuestra que el misterio de la cruz se encuentra en el centro de la historia de la salvación narrada en el Antiguo Testamento; muestra que realmente Jesús, el crucificado y resucitado, es el punto de llegada de toda esta historia. Y demuestra, por tanto, también que el culto del templo ha concluido y que Jesús, el resucitado, es el nuevo y auténtico "templo".
Precisamente este "no" al templo y a su culto provoca la condena de san Esteban, el cual, en ese momento, como nos dice san Lucas, mirando al cielo vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a su derecha. Y viendo en el cielo a Dios y a Jesús, san Esteban dijo: "Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios" (Hch 7, 56). Siguió su martirio, que de hecho se asemejó a la pasión de Jesús mismo, pues entregó al "Señor Jesús" su espíritu y oró para que el pecado de sus asesinos no les fuera tenido en cuenta (cf. Hch 7, 59-60).
El lugar del martirio de san Esteban, en Jerusalén, se sitúa tradicionalmente fuera de la puerta de Damasco, al norte, donde ahora se encuentra precisamente la iglesia de San Esteban, junto a la conocida École Biblique de los dominicos. Tras el asesinato de san Esteban, primer mártir de Cristo, se desencadenó una persecución local contra los discípulos de Jesús (cf. Hch 8, 1), la primera de la historia de la Iglesia. Constituyó la ocasión concreta que impulsó al grupo de los cristianos judío-helenistas a huir de Jerusalén y a dispersarse. Expulsados de Jerusalén, se transformaron en misioneros itinerantes: "Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la buena nueva de la Palabra" (Hch 8, 4). La persecución y la consiguiente dispersión se convirtieron en misión. Así el Evangelio se propagó en Samaría, en Fenicia y en Siria, hasta llegar a la gran ciudad de Antioquía, donde, según san Lucas, fue anunciado por primera vez también a los paganos (cf. Hch 11, 19-20) y donde resonó por primera vez el nombre de "cristianos" (cf.Hch 11, 26).
En particular, san Lucas especifica que los que lapidaron a Esteban "pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo" (Hch 7, 58), el mismo que de perseguidor se convertiría en apóstol insigne del Evangelio. Eso significa que el joven Saulo seguramente escuchó la predicación de san Esteban y conoció sus contenidos principales. Y probablemente san Pablo se encontraba entre quienes, siguiendo y escuchando este discurso, "tenían los corazones consumidos de rabia y rechinaban sus dientes contra él" (Hch7,54).
Así podemos ver las maravillas de la Providencia divina: Saulo, adversario empedernido de la visión de Esteban, después del encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco, retoma la interpretación cristológica del Antiguo Testamento hecha por el protomártir, la profundiza y la completa, y de este modo se convierte en el "Apóstol de los gentiles". Enseña que la Ley se cumple en la cruz de Cristo. Y la fe en Cristo, la comunión con el amor de Cristo, es el verdadero cumplimiento de toda la Ley. Este es el contenido de la predicación de san Pablo. Así demuestra que el Dios de Abraham se convierte en el Dios de todos. Y todos los creyentes en Cristo Jesús, como hijos de Abraham, se hacen partícipes de las promesas. En la misión de san Pablo se realiza la visión de san Esteban.
La historia de san Esteban nos da varias lecciones. Por ejemplo, nos enseña que el compromiso social de la caridad no se debe separar nunca del anuncio valiente de la fe. Era uno de los siete que se encargaban sobre todo de la caridad. Pero la caridad no se podía separar del anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio.
Esta es la primera lección que podemos aprender de san Esteban: la caridad y el anuncio van siempre juntos.
San Esteban sobre todo nos habla de Cristo, de Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida. Podemos comprender que la cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal. En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la famosa frase de Tertuliano, en fuente de misión para los nuevos cristianos. Cito sus palabras: "Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla" (Apologético 50, 13: "Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis christianorum"). Pero también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte en bendición y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano incluso en los momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva a él y de él se alimenta la Iglesia.
Que san Esteban nos enseñe a aprender estas lecciones; que nos enseñe a amar la cruz, puesto que es el camino por el que Cristo se hace siempre presente entre nosotros.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de Latinoamérica y de España. Que el ejemplo de san Esteban nos enseñe el valor insustituible del testimonio personal, al que nos conduce el Evangelio y del cual se alimenta la Iglesia. Muchas gracias por vuestra presencia.
Fuente:
ives.org
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