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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

“Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo escribir, lo que debo hacer, como debo obrar, para el bien de los hombres, de la iglesia y el triunfo de Jesucristo”.

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

4 de enero de 2019

¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE VALORES Y VIRTUDES?. QUÉ ES LA VIRTUD. TIPOS DE VIRTUDES.

¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE VALORES Y VIRTUDES?

JUAN ÁVILA ESTRADA. Sacerdote colombiano especializado en Matrimonio y Familia.
PARA ALCANZAR LA PERFECCIÓN NO BASTAN LOS VALORES SINO LAS VIRTUDES
LAS VIRTUDES 
“Las virtudes son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien. Podemos tenerlas desde que nacimos o podemos adquirirlas después. Son un medio muy eficaz para colaborar con Dios, pues implican que hemos decidido, libre y voluntariamente, hacer el bien, es decir, cumplir con el plan de Dios. El objetivo de una vida virtuosa es llegar a ser semejantes a Cristo, no es un perfeccionismo, donde la persona elimina defectos porque considera que no debe de tener tal o cual falla, esto sería un vanidoso mejoramiento de sí mismo. Tampoco es un narcisismo de verse bien, que todos piensen que es lo máximo. La virtud no es una higiene moral por la cual limpio mi persona”.
LOS VALORES
“Los valores, por su parte, están orientados al crecimiento personal por un convencimiento intelectual: sabemos que si estamos limpios, seremos mejor aceptados por los demás; sabemos que si mantenemos ordenadas nuestras cosas, podremos encontrarlas cuando las busquemos. Los valores son bienes que la inteligencia del hombre conoce, acepta y vive como algo bueno para él como persona”. 
El valor es todo aquello que se “valora” como bueno, como deseable, como necesario para la vida. Para alguien puede ser un valor tener un hermoso automóvil mientras que para otro no lo es en modo alguno.
En este sentido podemos decir que los valores son más ambiguos puesto que no todos consideran como valor lo que es para otros; 
las virtudes son de carácter universal y lo que es una virtud en uno lo es también en otro.
Establecidas las diferencias es importante reconocer que en la vida de fe siempre hay propuestas hechas por Jesús que, cuando son puestas en paralelo con lo que el mundo nos presenta, tiende a tener una propuesta que se le asemeja pero no necesariamente se le equipara. 
ALGUNOS EJEMPLOS
  • La Sagrada Escritura enseña la necesidad del ayuno como remedio eficaz contra la concupiscencia y como mecanismo de dominio sobre sí mismo; 
  • el mundo nos propone la dieta pero como método eficaz para mantener el control del peso corporal y de una adecuada salud humana.
Primera conclusión: no es lo mismo ayunar que hacer dieta y menos aún que padecer hambre. Aunque se asemejen en la forma no son iguales en el fondo.
  • Jesús invita a la castidad como modo de entender la sexualidad y el cuerpo humano como instrumentos de santificación y de oblación a Dios y al cónyuge 
  • mientras que muchos han optado por la abstinencia sexual como modo de libertad interior para alcanzar otros fines que consideran más nobles. 
No es por tanto lo mismo ser casto que ser abstinente y menos aún ser asexuado.
Mientras que la dieta y la abstinencia pueden llegar a tener alguna valoración para algunos, 
el ayuno y la castidad son en sí mismas virtudes de carácter espiritual para todos. 
Es importante saber además que 
  • los valores no necesitan de la Gracia de Dios, pues por el hecho de poseer una ponderación intelectual se viven desde la racionalidad, 
  • mientras que las virtudes, por buscar colaborar en el plan de Dios y la semejanza con Cristo, sí requieren de la ayuda del Señor, de un auxilio especial de su magnificencia puesto que el hombre por sus propias fuerzas no las puede alcanzar.
SE PUEDE SER ABSTINENTE SIN SER CASTO Y HACER DIETA SIN AYUNAR.
El sentido mismo de cada una de estas prácticas difieren mucho por la finalidad de su objeto, de lo que pretenden en sí mismas. 
Los cristianos no estamos llamados simplemente a cultivar valores (necesarios en todo ser humano) sino a llenar nuestras vidas de virtudes tanto cardinales como teologales (aquellas que son cultivadas por el ejercicio disciplinado y perseverante del hombre y las que son dadas directamente por Dios a quien le ama).
Si nos extendemos un poco más podemos encontrar muchos otros valores que tienen una semejanza con las virtudes y por ello tienden a ser confundidos por quienes no lo saben. Hay quienes piensan que es lo mismo 
  • el fanatismo que la fe, 
  • enamoramiento que amor, 
  • ilusión que esperanza, 
  • osadía que valentía, 
  • timidez que prudencia, 
  • etc.
Todos los seres humanos poseemos valores, todos consideramos que hay valor en algo, que incluso hay cosas por las que vale la pena morir; pero 
para alcanzar la perfección no bastan los valores sino las virtudes.
¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE VALORES Y VIRTUDES?
QUÉ ES LA VIRTUD. TIPOS DE VIRTUDES
LAS VIRTUDES COMO CAMINO PARA VIVIR CERCA DE DIOS Y CUMPLIR CON NUESTRA MISIÓN AQUÍ EN LA TIERRA.
El hombre fue creado por Dios para vivir eternamente en amistad con Él. Por lo tanto, el hombre está destinado a la vida eterna y debe vivir de cara a ella.

Para alcanzarla se necesita la gracia que Dios nos otorga. En otras palabras, Dios es quien da la santidad. Pero como Dios, siempre, va a respetar la libertad, alcanzar la santidad implica una respuesta de parte del hombre.
La santidad es la identificación con Cristo en el cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios, mediante el ejercicio de las virtudes.
LAS VIRTUDES SON HÁBITOS BUENOS QUE NOS LLEVAN A HACER EL BIEN.
Podemos tenerlas desde que nacimos o podemos adquirirlas después. Son un medio muy eficaz para colaborar con Dios, pues implican que hemos decidido, libre y voluntariamente, hacer el bien, es decir, cumplir con el plan de Dios.
La virtud es la disposición habitual y firme de hacer el bien y se adquiere por repetición de actos o por un don de Dios.
La virtud permite a la persona no sólo hacer el bien, sino dar lo mejor de sí misma. La persona debe de superarse siempre como hombre y como cristiano.
El objetivo de una vida virtuosa es llegar a ser semejantes a Cristo, no es un perfeccionismo, donde la persona elimina defectos porque considera que no debe de tener tal o cual falla, esto sería un vanidoso mejoramiento de sí mismo. Tampoco es un narcisismo de verse bien, que todos piensen que es lo máximo. La virtud no es una higiene moral por la cual limpio mi persona.
Las virtudes son hábitos operativos, es decir, hay que actuarlos. No se trata de tener buenas intenciones, "pensar tengo que ser más ordenado", hay que ser más ordenado.
POR ELLO ES QUE EL HOMBRE DEBE ENCAUZAR LAS PASIONES PARA SER UN HOMBRE ÍNTEGRO.
Porque las virtudes se adquieren por medio de actos virtuosos.
La perfección de la que hablamos es un crecimiento armónico de toda la personalidad, por eso al crecer en una virtud crecen las demás porque el ejercicio de una virtud implica la práctica de otras. La laboriosidad exige ser ordenado, responsable, etc. La paciencia implica la tolerancia, la aceptación, la flexibilidad, etc.
DIFERENCIAS ENTRE VIRTUD Y VALOR
Hoy en día se admira a las personas que ganan mucho dinero, a las grandes estrellas de la televisión o de la música, a los grandes deportistas.

Todas estas personas realizan actos buenos. Estos actos son buenos en sí mismos y tienen un fin bueno, pero no nos hacen crecer como hombres. No podemos asegurar que un jugador de basquetbol de fama mundial sea mejor persona que nosotros, únicamente porque él sabe meter canastas de tres puntos y nosotros no.

Las habilidades físicas, deportivas o intelectuales, ciertamente son dones que hay que desarrollar con esfuerzo, pero que por sí mismas, no nos convierten en personas mejores, sino únicamente en mejores pianistas, deportistas o matemáticos.
TAMBIÉN, HAY QUE DISTINGUIR LAS VIRTUDES DE LOS VALORES HUMANOS.
Los valores están orientados al crecimiento personal por un convencimiento intelectual: sabemos que si estamos limpios, seremos mejor aceptados por los demás; sabemos que si mantenemos ordenadas nuestras cosas, podremos encontrarlas cuando las busquemos.
LOS VALORES SON BIENES
Que la inteligencia del hombre conoce, acepta y vive como algo bueno para él como persona.
LAS VIRTUDES
Son acciones que nacen del corazón y están orientadas directamente a un bien espiritual. Estas nos hacen crecer como personas, a imagen de Dios.
LAS VIRTUDES NOS LLEVAN A LA PERFECCIÓN, PUES DISPONEN TODAS NUESTRAS POTENCIAS, TODAS NUESTRAS CUALIDADES, NUESTRA PERSONALIDAD ENTERA, PARA ESTAR EN ARMONÍA CON EL PLAN DE DIOS; ORIENTAN TODA NUESTRA PERSONA, NO SÓLO NUESTROS ACTOS, HACIA EL BIEN.
Para entender mejor la diferencia entre valor y virtud, analicemos cómo cambia un valor de acuerdo con las circunstancias que lo rodean. 
Son diferentes:
  • - una persona que cuida a su tía enferma porque quiere su herencia.
  • - una persona que cuida a su tía enferma porque ésta le cae muy bien.
  • - una persona que siempre está dispuesta a cuidar a cualquier enfermo, aún sin conocerlo, por amor a Dios y a los hombres.
Aunque la acción es la misma en los tres casos, solamente la tercera es una virtud, por ser habitual y permanente. En los otros dos casos, la persona vive el valor del servicio. En el tercero, la persona tiene la virtud del servicio.
Las habilidades están orientadas a “hacer bien” algo específico. Nos hacen ser mejores en algo, pero no mejores como personas.
LOS VALORES HUMANOS SON UN BIEN QUE LA INTELIGENCIA HUMANA TOMA COMO TAL.
En sí mismos son neutros, y dependen del uso que les demos. Puestos en práctica, los valores nos hacen crecer como personas.
LAS VIRTUDES ESTÁN ORIENTADAS A CUMPLIR EL PLAN DE DIOS
Su fin es hacer siempre el bien, independientemente de las circunstancias. Nos hacen crecer como personas, nos perfeccionan, nos santifican y edifican la sociedad por ser algo habitual y permanente. Las virtudes como camino para vivir cerca de Dios y cumplir con nuestra misión aquí en la Tierra.
TIPOS DE VIRTUDES
VIRTUDES HUMANAS 
Son rectos comportamientos según la ley natural. Perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Se adquieren mediante el esfuerzo humano. 
Ejemplo
  • Lealtad, 
  • orden, 
  • diligencia, 
  • solidaridad, 
  • respeto, 
  • gratitud, 
  • etc.
Pero para alcanzar la salvación no bastan las virtudes humanas naturales, alcanzar la vida eterna no es posible sin la ayuda de Dios y la acción del Espíritu Santo.
VIRTUDES CARDINALES
Son las virtudes humanas más importantes. Se llaman “cardinales” porque son los ejes en torno a los cuales giran las demás. Cardine en latín, significa el eje de la puerta. Son: la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza.
VIRTUDES CRISTIANAS 
Son rectos comportamientos según el ejemplo de Cristo en el Evangelio. Podríamos mencionar la mansedumbre.
VIRTUDES TEOLOGALES 
Son las que se reciben de Dios por su acción sobrenatural en el alma. 
  • Fe, 
  • esperanza 
  • y caridad.
VIRTUDES EVANGÉLICAS
Son especiales acentos del Evangelio entre muchas virtudes que practicó nuestro Señor Jesucristo. Por ejemplo la humildad, la castidad, la pobreza.
Todo lo que sea contrario a la virtud son malos hábitos, que llamamos vicios.
VIRTUDES CARDINALES
PRUDENCIA 
Es la capacidad de conocer, en cada circunstancia, lo que se debe hacer o evitar para conseguir un fin bueno, y elegir medios apropiados para realizarlo. Para guiar el juicio de la conciencia, aplica los principios morales al caso particular.
El hombre prudente decide y ordena según este juicio. Esta es la virtud por excelencia.
Para ejercer la prudencia hay 8 partes integrales que son muy importantes. Cinco pertenecen a lo intelectual y tres a la práctica:
  • Memoria: recordar los éxitos y fracasos del pasado ayuda a orientar sobre lo que hay que hacer. La experiencia es madre de la ciencia.
  • Inteligencia: conocer el presente nos ayuda a discernir sobre lo bueno o malo, conveniente e inconveniente.
  • Docilidad: saber pedir y aceptar consejo de personas que saben más. Nadie puede saber todas las respuestas.
  • Sagacidad: disposición para resolver los casos urgentes cuando no hay tiempo de pedir consejo.
  • Razón: cuando después de una meditación madura se resuelven casos por sí mismos.
  • Providencia: parte principal de la prudencia, igual a providencia, es fijarse en el fin que se pretende. Para actuar con prudencia hay que ordenar los medios al fin.
  • Circunspección: es tomar en consideración las circunstancias para juzgar según ellas, si es conveniente o no hacer o decir algo. Hay ocasiones en que lo que se pretende es bueno y conveniente, pero debido a las circunstancias, puede resultar negativo. Ej. Corregir a alguien cuando hay personas ajenas presentes.
  • Cautela o Precaución: ante los impedimentos externos que pueden ser obstáculos para conseguir lo que se pretende. Ej. Evitar la influencia de las malas compañías.
Habrá momentos en que se podría prescindir de alguna de estas cosas, pero si lo que se pretende es importante se deben tomar en cuenta todas ellas. ¡Cuántas imprudencias se cometen por no tomarse el trabajo de hacerlo!.
La prudencia se ejerce no solamente en lo personal, sino que también tiene una parte social que se dirige al bien común y abarca el gobierno, la política, la familia y lo militar.
PECADOS CONTRA LA PRUDENCIA
  • No buscar a Dios como valor supremo.
LA IMPRUDENCIA QUE SE DIVIDE EN TRES
  • La precipitación que es actuar inconsiderada y precipitadamente, guiados por la pasión o capricho.
  • La inconsideración por la cual se desprecia o se descuida el atender las cosas necesarias.
  • La inconstancia que es abandonar los propósitos por motivos sin importancia.
La imprudencia nos puede llevar a aceptar una circunstancia que nos aleja de Dios. O a buscar a Dios en un medio que no conduce a Él.
La negligencia que supone la falta de interés por actuar eficazmente en lo que debe hacerse. Es diferente de la inconstancia porque en ella no hay ni siquiera el interés por actuar. Cuando se refiere a algo pertinente a la salvación, el pecado de negligencia es grave. No toda negligencia es pecado contra la prudencia.
  • El don del Espíritu Santo que corresponde a esta virtud es el don de consejo.
JUSTICIA 
Consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que le es debido.
Es la virtud que equilibra nuestro trato con las demás personas. Es una virtud muy compleja, una madeja con muchos hilos.
Para que se diga que alguien es justo hay que apartarse de cualquier mal que dañe al prójimo o a la sociedad y hacer el bien debido al otro. No basta con no hacer un mal, sino que hay que darle lo que se merece.
TIPOS DE JUSTICIA
  • Conmutativa: dar a cada uno lo que merece. Y lo puede merecer por contrato o por derecho adquirido.
  • General o legal: dar a la sociedad lo necesario para obtener el bien común. Ej. Pagar impuestos para que haya hospitales.
  • Distributiva: dar lo necesario a cada miembro de la sociedad, según sus derechos naturales o adquiridos.
  • Social: proteger los derechos naturales de la sociedad y de sus miembros. Es decir, ni defender tanto a la sociedad que se perjudique a los ciudadanos, ni defender tanto los derechos de los individuos que perjudiquemos a otros y a la sociedad.
  • Vindicativa: restablecer la justicia lesionada. Porque quien perjudica los derechos de otros tiene el deber de repararlos.
  • El don del Espíritu Santo correspondiente a esta virtud es el don de piedad.
FORTALEZA
Es la virtud que asegura la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien, superando los obstáculos que se presentan en el cumplimiento de las propias responsabilidades.
Cualquier hombre de bien puede tener esta virtud, pero en el caso del cristiano esta virtud tiene que estar cimentada en el amor a Dios.
PECADOS CONTRA LA FORTALEZA
  • La pereza, que es madre de todos los vicios.
  • La comodidad excesiva, la ley de menor esfuerzo.
  • La impaciencia, 
  • la inconstancia, 
  • la terquedad, 
  • la insensibilidad o dureza de juicio, 
  • la ambición, 
  • la vanagloria, 
  • la presunción, 
  • la pusilanimidad.
  • El don del Espíritu Santo que corresponde a esta virtud es el don de la fortaleza.
TEMPLANZA
Es la virtud que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.
Cuando decimos moderar nos referimos a controlar, no a reducir la cantidad. No hay templanza en emborracharse sólo una vez cada tres meses, sino en saborear el alcohol sin perder el dominio sobre sí mismo.
Hablamos de equilibrio, porque hay sistemas espartanos que llevan a la excesiva rigidez y provocan verdaderos trastornos en la personalidad.
LOS MEDIOS QUE AYUDAN A VIVIR LA VIRTUD DE LA TEMPLANZA SON
  • Vigilar: porque los instintos no mueren.
  • Orar: porque el pecado original nos ha desequilibrado y la concupiscencia actúa.
  • Sacrificio, porque los instintos hay que disciplinarnos con esfuerzo y continuidad. Hay que caminar por la “senda derecha”.
  • El don del Espíritu Santo que corresponde a esta virtud es el don del temor. 

¿CÓMO ADQUIRIR LAS VIRTUDES?

  • Las virtudes no se adquieren de un día para otro, sino mediante el esfuerzo diario, 
  • la repetición de actos buenos que nacen del corazón, 
pero no sólo eso: forzosamente necesitamos de la ayuda de Dios, pues es muy fácil que, debido al ambiente o la distracción, las utilicemos sólo para nuestra propia conveniencia y nos quedemos sólo en los valores humanos.

Es cuestión de proponérnoslo y trabajar en ello. No nos dejemos vencer por la cobardía, por los fracasos, por el respeto humano. Necesitamos ser tenaces y perseverantes, esforzándonos continuamente por superarnos. Confiando y aprovechando las gracias que Dios nos puede dar.

Si hacemos esto todos los días, nos daremos cuenta, de pronto, de que ya hemos alcanzado las virtudes que tanto deseábamos y muchas otras que ni siquiera habíamos imaginado.

Algunas personas te podrán decir que las virtudes son propias de los santos pero no de las personas como nosotros. Que Dios ayuda a los santos y como magia se convierten en personas virtuosas. 
RECUERDA QUE LAS VIRTUDES MORALES SE ADQUIEREN MEDIANTE LAS FUERZAS HUMANAS. REQUIEREN DE NUESTRO ESFUERZO Y CONSTANCIA. EL HOMBRE VIRTUOSO ES EL QUE PRACTICA LIBREMENTE EL BIEN. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1803-1845
LECTURA COMPLEMENTARIA - Lumen Gentium nn 42 y 65

http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html
42. «Dios es caridad, y el que permanece en la caridad permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4, 16). Y Dios difundió su caridad en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado (cf. Rm 5, 5). Por consiguiente, el primero y más imprescindible don es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por El. Pero, a fin de que la caridad crezca en el alma como una buena semilla y fructifique, todo fiel debe escuchar de buena gana la palabra de Dios y poner por obra su voluntad con la ayuda de la gracia. Participar frecuentemente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, y en las funciones sagradas. Aplicarse asiduamente a la oración, a la abnegación de sí mismo, al solícito servicio de los hermanos y al ejercicio de todas las virtudes. Pues la caridad, como vínculo de perfección y plenitud de la ley (cf. Col 3, 14; Rm 3, 10), rige todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin [132]. De ahí que la caridad para con Dios y para con el prójimo sea el signo distintivo del verdadero discípulo de Cristo.

Dado que Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su amor entregando su vida por nosotros, nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por El y por sus hermanos (cf. 1 Jn 3,16; Jn 15,13). Pues bien: algunos cristianos, ya desde los primeros tiempos, fueron llamados, y seguirán siéndolo siempre, a dar este supremo testimonio de amor ante todos, especialmente ante los perseguidores. Por tanto, el martirio, en el que el discípulo se asemeja al Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, y se conforma a El en la efusión de su sangre, es estimado por la Iglesia como un don eximio y la suprema prueba de amor, Y, si es don concedido a pocos, sin embargo, todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia.

La santidad de la Iglesia también se fomenta de una manera especial con los múltiples consejos que el Señor propone en el Evangelio para que los observen sus discípulos [133]. Entre ellos destaca el precioso don de la divina gracia, concedido a algunos por el Padre (cf. Mt 19, 11; 1 Co 7, 7) para que se consagren a solo Dios con un corazón que en la virginidad o en el celibato se mantiene más fácilmente indiviso (cf. 1 Co 7, 32-34) [134]. Esta perfecta continencia por el reino de los cielos siempre ha sido tenida en la más alta estima por la Iglesia, como señal y estímulo de la caridad y como un manantial extraordinario de espiritual fecundidad en el mundo.

La Iglesia medita la advertencia del Apóstol, quien, estimulando a los fieles a la caridad, les exhorta a que tengan en sí los mismos sentimientos que tuvo Cristo, el cual «se anonadó a sí mismo tomando la forma de esclavo..., hecho obediente hasta la muerte» (Flp2, 7-8), y por nosotros «se hizo pobre, siendo rico» (2 Co 8, 9). Y como es necesario que los discípulos den siempre testimonio de esta caridad y humildad de Cristo imitándola, la madre Iglesia goza de que en su seno se hallen muchos varones v mujeres que siguen más de cerca el anonadamiento del Salvador y dan un testimonio más evidente de él al abrazar la pobreza en la libertad de los hijos de Dios y al renunciar a su propia voluntad. A saber: aquellos que, en materia de perfección, se someten a un hombre por Dios más allá de lo mandado, a fin de hacerse más plenamente conformes a Cristo obediente [135].

Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado. Estén todos atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las cosas del mundo y un apego a las riquezas contrario al espíritu de pobreza evangélica les impida la prosecución de la caridad perfecta. Acordándose de la advertencia del Apóstol: Los que usan de este mundo no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan (cf. 1 Co 7, 31 gr.) [136].
65. Mientas la Iglesia ha alcanzado en la Santísima Virgen la perfección, en virtud de la cual no tiene mancha ni arruga (cf. Ef 5, 27), los fieles luchan todavía por crecer en santidad, venciendo enteramente al pecado, y por eso levantan sus ojos a María, que resplandece como modelo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos. La Iglesia, meditando piadosamente sobre ella y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, llena de reverencia, entra más a fondo en el soberano misterio de la encarnación y se asemeja cada día más a su Esposo. Pues María, que por su íntima participación en la historia de la salvación reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe, cuando es anunciada y venerada, atrae a los creyentes a su Hijo, a su sacrificio y al amor del Padre. La Iglesia, a su vez, glorificando a Cristo, se hace más semejante a su excelso Modelo, progresando continuamente en la fe, en la esperanza y en la caridad y buscando y obedeciendo en todo la voluntad divina. Por eso también la Iglesia, en su labor apostólica, se fija con razón en aquella que engendró a Cristo, concebido del Espíritu Santo y nacido de la Virgen, para que también nazca y crezca por medio de la Iglesia en las almas de los fieles. La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres.
Fuente:
http://es.catholic.net/op/articulos/7188/qu-es-la-virtud-tipos-de-virtudes.html
http://es.aleteia.org/2014/01/29/que-diferencia-hay-entre-valores-y-virtudes/

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