Nuestra Señora de la Esperanza, La Expectación del Parto
o Nuestra Señora de la O.
Nuestra Señora de la Esperanza, La Expectación del Parto
o Nuestra Señora de la O.
ESTA ADVOCACIÓN SE RELACIONA CON EL TIEMPO EN QUE LA SANTÍSIMA VIRGEN VIVE SU EMBARAZO ESPERANDO EL NACIMIENTO DE JESÚS, EN EL QUE LOS FIELES EVOCAN Y ESPERAN SU NACIMIENTO.
SEGÚN LA TRADICIÓN, DESDE MUY ANTIGUO EN LAS VÍSPERAS DEL 17 DE DICIEMBRE HASTA LAS VÍSPERAS DEL 23, LA IGLESIA REZA EN LA LITURGIA DE LAS HORAS, ANTES DEL MAGNÍFICAT, UNAS ANTÍFONAS QUE COMIENZAN CON LA PALABRA “OH”.
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“OH SABIDURÍA… OH ADONAI… OH RENUEVO DEL TRONCO DE JESÉ… OH LLAVE DE DAVID”, SON ALGUNAS INVOCACIONES CON QUE EMPIEZAN ESTAS INVOCACIONES Y QUE EXPRESAN LA ACTITUD DE MARAVILLA, EXPECTATIVA Y ESPERANZA QUE TUVO LA VIRGEN ANTE LA LLEGADA DEL MESÍAS Y QUE LA IGLESIA RENUEVA CON ALEGRÍA CERCA DE LA NAVIDAD.
DE ESTA MANERA SURGIÓ LA ADVOCACIÓN MARIANA DE SANTA MARÍA DE LA “O” QUE SE CELEBRA CADA 18 DE DICIEMBRRE.
Se mezclan la gravidez de María y con ello la dulce espera, la expectativa del nacimiento del Señor, la esperanza del nacimiento de Mesías, la alabanza que se tributa a María y a Jesús.
En estos días las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan con la Oh!!: Oh! Sapientia, Oh! Adonai, O! Enmanuel… veni!.
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LA TÓNICA DE LA LITURGIA EN ADVIENTO
Aguardar al Señor que ha de llegar, es el contenido trascendental del tiempo del Adviento, que precede a la gran celebración de Navidad. La liturgia de este período está llena de esperanzas por la venida del Salvador y recoge los sentimientos de expectativa que comenzaron en el instante mismo de la caída de nuestros primeros padres.
En aquella oportunidad, Dios anunció la venida de un Salvador. La humanidad estuvo, desde entonces, pendiente de esta promesa y adquiere este tema tal importancia que, la concreción religiosa del pueblo de Israel, se reduce en uno de sus puntos principales a esta espera del Señor.
Esperaban los patriarcas, los profetas, los reyes y los justos… todas las almas buenas del Antiguo Testamento. De este contexto de expectación, toma la Iglesia las expresiones deseosas, vivas y adecuadas para la preparación del misterio de la “nueva Natividad” del Salvador Jesús.
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En el punto sobresaliente de esta expectación, se halla la Santísima Virgen María. Todos aquellos anhelos culminan en Ella, la que fue elegida entre todas las mujeres para formar en su seno al verdadero Hijo de Dios.
Sobre Ella se ciernen los profecías antiguas, (en concreto las de Isaías); Ella es la que, como nadie, prepara los caminos del Señor. La invoca sin cesar la Iglesia en el tiempo de Adviento, auténtico mes de María, ya que por Ella hemos de recibir a Cristo.
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Nada, pues, más a propósito que la contemplación de María en los sentimientos que Ella tendría en los días inmediatos a la natividad de su divino Hijo.
“Si todos los santos del Antiguo Testamento—escribe el padre Giry (Les petits Bollandistes t. 14 p.373 )—desearon con ardor la aparición del Salvador del mundo, ¿cuáles no serían los deseos de Aquella que había sido elegida para ser su Madre, que conocía mejor que ninguna otra criatura la necesidad que tenia la humanidad, la excelencia de su persona y los frutos incomparables que debía producir en la tierra, y la fe y la caridad, que sobrepasan la de todos los patriarcas y profetas? “
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Fue tan grande el deseo de la Santísima Virgen, que nosotros no tenemos palabras para expresar su mérito. Y tampoco podemos concebir cuál fue su gozo cuando Ella vio que sus deseos y los de todos los siglos y de todos los hombres iban a realizarse en Ella y por Ella, ya que iba a dar a luz la esperanza de todas las naciones, aquel sobre quien se fijaban los ojos de todos en el cielo y en la tierra y miraban como a su libertador.
El Ángel avisa a San José que huya a Egipto
María está en la cúspide de esta esperanza. Con María la esperanza es completa, se hace firme. Unidos a Ella, nuestra expectación será más digna del gran Señor que va a venir.
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MARÍA PRESENTA, PARA EL CRISTIANO DE HOY, LA POSICIÓN QUE ÉSTE DEBE MANTENER, FUNDAMENTALMENTE EN ESTOS TIEMPOS: ESPERAR AL SEÑOR. TODA LA VIDA DEL CRISTIANO ES UNA EXPECTACIÓN. EL MODELO DE ÉSTA LO OFRECE MARÍA.
Cuando se espera algún suceso importante que trae consigo angustia y pena, la reacción directa de la persona normal es de temor, acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a acrecentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros predecibles. Cuando se prevé la llegada de un bien, que tiene una entidad considerable, se vive en una espera atenta y presurosa que va desde el anhelo y la ansiedad hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.
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Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de brevedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o especializados en la espiritualidad premesiánica. La evidencia de que la llegada del Mesías Salvador era inminente, hizo que muchos judíos piadosos vivieran en una tensión de anhelo creciente (basta pensar en el anciano Simeón) hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. Era todo un Adviento (o Advenimiento).
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NUESTRA SEÑORA DE LA DULCE ESPERA
Esta advocación se refiere al tiempo en que la Santísima Virgen vive su embarazo, esperando el nacimiento del Redentor. Muchas familias durante la experiencia del embarazo suplican su amparo maternal; como así también, diversas personas ruegan a Ella en caso de embarazos complicados o problemas de concepción.
El Papa Juan Pablo II en su Carta a las mujeres nos dice: “Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.”
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También se conoce esta advocación como
“Nuestra Señora de la Expectación del Parto”, “Nuestra Señora de la O”, “Nuestra Señora de la Buena Esperanza”, “Nuestra Señora de la Expectativa” y existen algunas imágenes desparramadas por América, aunque la que alcanzó la mayor celebridad es la venerada en la “Iglesia de San Pedro y San Pablo” en Lima, Perú.
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NUESTRA SEÑORA DE LA O
Se suele decir que su nombre proviene de la forma oval del vientre durante la gestación; también porque en la semana precedente a la Navidad, las antífonas cantadas en los oficios, comienzan por la letra “O” y se volvió frecuente a fines de la Edad Media, cuando se instituyó la fiesta de “la Expectación de la Virgen”, que se celebra el 18 de diciembre.
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NUESTRA SEÑORA DE LA EXPECTACIÓN DEL PARTO
También lleva este nombre la advocación que nos incumbe, muy conocida en la “Ciudad de los Reyes” y se ha hecho popular en las bocas de nuestros viejos limeños, los cuales conmemoran con gusto los cultos tan solemnes y fastuosos que se realizaban en su honor.
También esta Advocación es conocida como, la “Virgen de la Cinta” o “Nuestra Señora de la Esperanza”. Se identifica a esta advocación por encontrarse en estado de gestación.
Como todas las imágenes y advocaciones de María, ésta también nos llega desde España, pero ésta es una de las fiestas más genuinas, la de “Nuestra Señora de la O”. No la respalda ni la fama de milagrosa, ni lo extraordinario de su origen, pero sí la antigüedad de su Congregación y la magnificencia de sus cultos.
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NUESTRA SEÑORA DE LAS EXPECTATIVAS
El comienzo de esta festividad se les debe a los obispos del décimo Concilio de Toledo, (656). La razón de su institución la dan los padres de la congregación: a veces no se puede celebrar con la magnificencia adecuada la Anunciación de la Santísima Virgen, ya que suele coincidir con el tiempo de Cuaresma o la solemnidad pascual. Durante esos días no siempre tienen cabida las fiestas de santos ni es favorable celebrar un misterio que nos relaciona con el comienzo de nuestra salvación. Por esto,
“Se establece por especial decreto que el día octavo antes de la Natividad del Señor se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su santísima Madre”.
En este decreto se alude a la celebración de tal fiesta en “muchas otras Iglesias lejanas” y se ordena que se mantenga esta costumbre; aunque, para conformarse con la Iglesia romana, se celebrará también la fiesta del 25 de marzo.
De hecho, fue en España una de las fiestas más solemnes, y hay constancia que, de Toledo, pasó a muchas otras iglesias, tanto de la Península como de fuera de ella.
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ICONOGRAFÍA DE LA VIRGEN DE LA ESPERANZA
La iconografía de la Virgen de la Esperanza, al igual que la de la Inmaculada Concepción, deriva de la visión descrita por San Juan Evangelista de la Mujer Apocalíptica y, según algunos historiadores, tiene sus orígenes en la iconografía oriental.
Algunas corrientes historiográficas afirman que la Iglesia de Trento, a partir de mediados del s. XVI, ordenó suprimir la imagen de la Santísima Virgen embarazada, por considerarla incómoda, pero lo cierto es que, a pesar de esta aparente prohibición, las representaciones de la Madre de Dios embarazada o amamantando a su Hijo siguieron siendo muy habituales en la iconografía cristiana, ya que la devoción a la Virgen en el inicio de su maternidad no reviste sólo un simple carácter sentimental; donde María acoge al Verbo, allí está representada la Iglesia, y también, todo cristiano cuando acoge el Anuncio de la Salvación y se deja fecundar por él.
Altar de la Virgen de la O en la iglesia de Santa María Magdalena de Matapozuelos
Nuestra Señora de la Esperanza, Catedral de Valencia
La Virgen, embarazada, se dirige con San José a censarse, primero a Jerusalén y luego a Belén, donde nacerá el Niño Jesús. Mosaico bizantino del siglo XIV, iglesia de San Salvador en Chora.
SE DICE QUE YA EN LOS PRIMEROS SIGLOS DEL CRISTIANISMO LOS FIELES QUERÍAN CELEBRAR LA DULCE ESPERA DE LA VIRGEN MARÍA.
Es así que en el 656, durante el décimo concilio de Toledo en España, se instituyó la fiesta mariana de la “espera o expectación del parto” y que fue fijada para el 18 de diciembre. Es así que en esta fecha se festeja a la Madre de Dios como Santa María de la O, la Virgen de la expectación del parto y Virgen de la esperanza.
Cuando se espera algún acontecimiento importante que trae consigo tristeza y pena la reacción espontánea de la persona normal es de temor acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a aumentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros previsibles. Cuando por el contrario se prevé la llegada de un bien que tiene una entidad considerable se vive en una espera atenta y presurosa que va desde el anhelo y la ansiedad hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.
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Era todo un Adviento
Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de transitoriedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o especializados en la espiritualidad premesiánica. El convencimiento de que la llegada del Mesías Salvador era inminente hizo que muchos judíos piadosos vivieran en una tensión de anhelo creciente —basta pensar en el anciano Simeón— hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. Era todo un Adviento.
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El Mesías llega por la Madre Virgen
Es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente también se le denomina hoy.
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Fue en España, concretamente en Toledo
En el décimo concilio que se celebró en el año 656, siendo S. Eugenio III el obispo de aquella sede y que posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en serio propagar.
La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella joven "Virgen de la O" está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida. El origen del título es no obstante más espiritual, más fino, más litúrgico y menos somático. Tiene su origen en que las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan con la O: O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni!
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LA ICONOGRAFÍA MARIANA
Acentúa el lirismo y dulzura de su arte en las representaciones del embarazo de la Virgen María. Me ciño a algunos ejemplos de nuestra provincia vallisoletana.
En la ciudad de Valladolid hacia 1494 se organiza una cofradía con el título de Nuestra Señora de la O y Bendito Isidro Labrador, teniendo sus cultos en la parroquia de San Andrés. Posteriormente cumplieron su deseo de levantar una ermita al santo en los últimos años de siglo XVII. Hay una pequeña calle con entrada y salida al Paseo de San Isidro y otro tramo paralelo a éste y se llama Calle de la O , piensan algunos que porque forma como una U, ¿no será tal vez haciendo referencia a Nuestra Señora de la O ?
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También en el templo vallisoletano, anterior al actual, de San Juan Bautista hubo un retablo e imagen de la Expectación. En la ciudad de Valladolid y en la calle Mantería existió desde 1877 a 1969 el Colegio Nuestra Señora de la O , así llamado en memoria de la hermana del canónigo Don Víctor Laza Barrasa, fundador de dicho Colegio de las Carmelitas de la Caridad.
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En Medina del Campo y en una capilla situada al lado de la Epístola en la parroquia de Santiago, se encuentra la Virgen de la Expectación del Parto o de la Esperanza , llamada normalmente la Virgen de la O ; escultura gótica del siglo XIV de autor desconocido. Reposa la mano derecha sobre el seno virginal, que muestra con la izquierda. Va vestida con una túnica ceñida con un cinturón y un manto que cubre la cabeza y los hombros; en madera policromada. En Megeces de Iscar en la iglesia parroquial de Santiago Apóstol la escultura ( Siglo XVIII ) de la Virgen de la Expectación , del Parto o de la O muestra al Niño Jesús dentro del vientre de su madre. La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Cabezón de Pisuerga presenta en el ático de un retablo al lado de la Epístola una escultura de la Virgen de la O , de comienzos del siglo XVI.
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En Wamba la parroquia se denomina
Santa María de la O. Y en Peñaflor de Hornija,
Santa María de la Expectación. En Torrecilla de la Abadesa en la ermita del Cristo del Humilladero hay una imagen de
Ntra. Sra. de la O , donde al parecer fue trasladada de la ermita que hubo con este nombre.
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En la pequeña y moderna iglesia de Villaesper, que sustituye a su templo parroquial de Ntra. Sra. de la Esperanza , ahora en ruinas, se venera una preciosa talla de Ntra. Sra. de la Esperanza o de la Expectación , en su mano derecha un libro -sin duda litúrgico, como el que luego comentaré-, la otra mano sobre el corazón; bajo sus pies, nubes y dos cabezas de ángeles. Había otra talla con la misma advocación en dicho templo. En Villardefrades donde está actualmente la parroquia de San Cucufate estuvo la ermita de Ntra. Sra. de la O de Mediavilla y ésta antes donde la inacabada iglesia de San Andrés.
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En Medina de Rioseco la Virgen aparece leyendo en el libro sostenido por la mano sobre su brazo derecho la antífona latina: O Sapientia... ( Primera de las denominadas Antífonas Mayores o ¨Antífonas de la O¨); la izquierda la tiene colocada finamente sobre el pecho.
Es la Virgen de la Expectación ( así la llama también Antonio Ponz (1725-1792) en su magna obra Viaje por España) o con más precisión Santa María de la Esperanza ; pues ella, presidiendo el retablo mayor, era la que daba este nombre a la iglesia y al convento popularmente denominados ¨de San Francisco¨.
Ojalá en el lenguaje popular y en los libros de arte se emplease el nombre primitivo. Esta escultura en madera policromada es obra -ya Ponz se la atribuía- de Luis Salvador Carmona ( Siglo XVIII ), y figuró en la catedral de Valladolid en la primera exposición de Las Edades del Hombre, como se recoge en el nº 176 ó 180 -según las ediciones- del libro catálogo publicado sobre la misma; en la actualidad puede admirarse en el riosecano Museo de San Francisco, está colocada de nuevo en el camarín central del retablo mayor. Santa María de la Esperanza se llamó también otro convento franciscano, hoy desaparecido, el de Valdescopezo; a unos tres kilómetros de Medina de Rioseco, donde está la fuente La Samaritana.
La Virgen, embarazada, se dirige con San José a censarse, primero a Jerusalén y luego a Belén, donde nacerá el Niño Jesús.
EL DÍA 18 DE DICIEMBRE SE CELEBRA A LA VIRGEN MARÍA BAJO LA ADVOCACIÓN TRIPLE -PERO CON IDÉNTICO CONTENIDO- DE NTRA. SRA. DE LA ESPERANZA , DE LA EXPECTACIÓN DEL PARTO O, CON DENOMINACIÓN MÁS ESPAÑOLA AÚN, MARÍA DE LA O.
Cargada de lirismo y de profundidad religiosa. En efecto, en los días próximos a la Navidad la Iglesia por boca de sus sacerdotes y de otras personas reza en Vísperas siete antífonas, una cada día del 17 al 23 inclusive, que comienzan con la palabra ¨O¨ de una letra; es una interjección de la lengua latina -que es como antes se rezaba- igual a nuestra admiración ¨¡Oh!¨. Oh Sabiduría, oh Sol, oh Rey... Ven y sálvanos. Así clamamos como en un hermoso crescendo de la esperanza que nos lleva a las puertas de la Navidad. Exclamaciones que expresan la esperanza o el deseo cada vez más creciente de la venida de Cristo, el Mesías. Anhelo grande como la O de su comienzo. Y esa venida se realizó por María. Ella es Ntra. Sra. del Adviento, de la Esperanza , de la O.
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EUGENIO JESÚS OTERINO, C.M.F.
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