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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

“Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo escribir, lo que debo hacer, como debo obrar, para el bien de los hombres, de la iglesia y el triunfo de Jesucristo”.

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

25 de marzo de 2018

San CIRILO de JERUSALÉN. Doctor de la Iglesia (315 - 386). Fiesta 18 de Marzo.

San CIRILO de JERUSALÉN
Cirilo de Jerusalén (en griego, Κύριλλος Α΄ Ιεροσολύμων [Kýrillos A Ierosolýmon]; en latín, Cyrillus Hierosolymitanus; 315 - 386) fue un obispo griego y miembro destacado de la patrística. Es venerado como santo tanto por la Iglesia católica como por la Iglesia ortodoxa. En 1883 fue declarado doctor de la Iglesia.
Nació en el año 315. Fue obispo de Jerusalén. Sufrió varios destierros por defender con firmeza la fe católica en las disputas contra los arrianos. Egregio escritor, predicador y catequista. Murió en el 386.
San Cirilo de Jerusalén
Saint Cyril of Jerusalem.jpg
Fresco de San Cirilo de Jerusalén
Proclamado Doctor de la Iglesia el 28 de julio de 1882 por el papa León XIII

c. 315
386
Jerusalén

Iglesia católicaIglesia ortodoxaIglesia Anglicana

18 de marzo
INVITA A LA IGLESIA A REDESCUBRIR LA CATEQUESIS «GLOBAL»
Intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles, 27 junio 2007, en la que presentó la figura de San Cirilo de Jerusalén
Benedicto XVI
Benedicto XVI estaba convencido de que en estos momentos la Iglesia necesita redescubrir la catequesis «global», como la que impartía en el siglo IV san Cirilo de Jerusalén.
A este obispo y doctor de la Iglesia, nacido en torno al año 315 y fallecido en el 387, dedicó el pontífice la audiencia general número cien de su pontificado, en la que participaron más de siete mil peregrinos.
San Cirilo de Jerusalén 
«Se trata de una catequesis integral que implica el cuerpo, el alma y el espíritu y sigue siendo emblemática para la formación catequística de los cristianos de hoy», aclaró el Santo Padre, quien continuó con sus meditaciones sobre los grandes personajes de los inicios del cristianismo.
Cirilo, en sus catequesis, dirigidas a los catecúmenos que se preparaban para recibir el Bautismo, entrelazaba tres elementos: el doctrinal, el moral y el mistagógico (éste último lleva a los fieles a adentrarse cada vez más en los misterios celebrados en la liturgia).
Desde el punto de vista doctrinal, recordó Benedicto XVI, Cirilo presentaba la 
«relación “sinfónica” entre los dos Testamentos, hasta llegar a Cristo, centro del universo»:
«El Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace manifiesto en el Nuevo».
San Cirilo de Jerusalén 
La dimensión moral de la catequesis permite que 
«el dogma descienda progresivamente en las almas, que de este modo son alentadas a transformar los comportamientos paganos en la nueva vida en Cristo, don del Bautismo».
Por último, explicó el Santo Padre, la catequesis mistagógica 
«llevaba a descubrir, en los ritos bautismales de la Vigilia pascual, los misterios encerrados en ellos».
«El misterio que hay que comprender es el plan de Dios, que se realiza a través de las acciones salvíficas de Cristo en la Iglesia».
«De este modo, la catequesis de Cirilo, en virtud de los tres elementos descritos --doctrinal, moral y, por último, mistagógico-- se convierte en una catequesis global en el espíritu», explicó el Santo Padre.
«La dimensión mistagógica se convierte en síntesis de las dos primeras, orientándolas a la celebración sacramental, en la que se realiza la salvación de todo el hombre», concluyó.
San Cirilo de Jerusalén 
San CIRILO de JERUSALÉN. Doctor de la Iglesia (315 - 386). Fiesta 18 de Marzo.
URSICINO DOMÍNGUEZ DEL VAL, O. S. A.
A Cirilo de Jerusalén, lo mismo que a otros grandes obispos del siglo IV, le tocó vivir una de las épocas más difíciles de la historia de la Iglesia. Las controversias teológicas sobre la divinidad del Verbo, que exigían, ciertamente, una precisión suma en la formulación de los conceptos que se discutían, habían llegado a ser en aquellos días encarnizadas y poco edificantes. Cirilo, suave por temperamento, las aborrecía; quería permanecer neutral en la lucha, prefería estar alejado del campo de batalla, deseaba instruir más que polemizar, y por eso su figura adquiere el porte de un apóstol y de un obispo pacificador.
San Cirilo de Jerusalén 
NACIÓ EN JERUSALÉN O EN SUS CERCANÍAS, HACIA EL 313 Ó 315
Fue uno de aquellos jóvenes ascetas que, sin retirarse al desierto, hacía una vida de santidad y continencia perfecta. Tal vez fuese más verídico afirmar con un sinaxario griego, que desde joven se retiró a un monasterio, en donde pasó la juventud consagrado a la ciencia y al conocimiento de la Escritura. Su buena preparación le hacia un candidato seguro al sacerdocio, y por eso, alrededor de sus treinta años San Máximo de Jerusalén le ordenó de presbítero.

San Cirilo de Jerusalén 
EN 348 ERA YA OBISPO
Sobre su consagración episcopal se cierne una sombra un tanto obscura. San Jerónimo nos dice que Acacio de Cesarea, metropolita palestinense, en acción común con otros obispos arrianos, habrían ofrecido a Cirilo la sede episcopal jerosolimitana, a condición de que repudiase la ordenación sacerdotal que había recibido de San Máximo. Cirilo, prosigue el Solitario de Belén, habría aceptado y, después de permanecer algún tiempo como simple diácono y haber depuesto los obispos arrianos a Heraclio, nombrado por San Máximo para sucederle, habría recibido cual recompensa la sede de Jerusalén. Rufino de Aquileya parece insinuar lo mismo.
San Cirilo de Jerusalén 
Observamos, sin embargo, que Jerónimo, al hablar de San Cirilo, transluce una información deficiente, que le lleva en muchos casos a afirmaciones erróneas; su testimonio, por tanto, es poco aceptable. Ofrece más garantía Teodoreto cuando dice que Cirilo, por su valiente defensa de la doctrina apostólica, mereció ser colocado al frente de la diócesis de Jerusalén a la muerte de San Máximo. Los Padres del concilio primero de Constantinopla (381), en carta al papa Dámaso, a más de afirmar que Cirilo fue obispo de Jerusalén y que había sido ordenado canónicamente por los obispos de la provincia eclesiástica, le presentan como un atleta, que había luchado en varias ocasiones contra los arrianos. Hilario de Poitiers fraternizó con él en Seleucia y San Atanasio le trataba como amigo.
San Cirilo de Jerusalén 
LOS PRIMEROS AÑOS DE SU EPISCOPADO LOS PASÓ CIRILO CONSAGRADO A UNA INTENSA ACTIVIDAD EPISCOPAL.
La aparición de una luminosa cruz en el cielo de Jerusalén el 7 de mayo de 351 reforzó la actuación espiritual del obispo y fue un motivo poderoso de entusiasmo y fervor, tanto para él como para sus fieles. Cuando, en 357, Basilio el Grande visitó la iglesia de Jerusalén, nos asegura que estaba muy floreciente y nos informa también de que un gran número de santos le habían acogido y venerado.
DE ESTOS PRIMEROS AÑOS APACIBLES DE SU EPISCOPADO DATAN LAS PRINCIPALES OBRAS DE SAN CIRILO.
En la Cuaresma del 348 predicó a los fieles de Jerusalén, de una manera sencilla, sus famosas "Catequesis". Dieciocho de ellas, dirigidas a los catecúmenos, las tuvo en la basílica de la Resurrección, erigida por Constantino en el emplazamiento del sepulcro del Señor. En ellas habla del pecado, de la penitencia, del bautismo y les comenta el Símbolo, artículo por artículo. Otras cinco, llamadas mistagógicas, las predicó a los neófitos, en la capilla particular del Santo Sepulcro, durante la semana de Pascua de aquel mismo año. Comenta el Santo, en un lenguaje íntimo y más cordial, las ceremonias del bautismo e instruye a los recién bautizados sobre la confirmación, la Eucaristía y la liturgia. Son verdaderas obras maestras en su género. Por ello le considera la Iglesia como el príncipe de los catequistas.
San Cirilo de Jerusalén
DESPUÉS DE DIEZ AÑOS DE PAZ E INTENSO APOSTOLADO SE INICIA UNA VÍA DOLOROSA PARA EL SANTO OBISPO DE JERUSALÉN.
Por la interpretación del canon séptimo del concilio de Nicea, Cirilo se vio envuelto en una controversia, triste por los resultados, con el metropolita de Cesarea, Acacio. Este canon séptimo reconocía a la sede de Jerusalén un primado de honor que Cirilo justamente reclamaba y que Acacio, antiniceno por convicción, rechazaba de plano. Un conflicto de orden puramente jurisdiccional degeneró en polémica doctrinal. Cirilo veía en Acacio un obispo arriano y Acacio en Cirilo un defensor de las decisiones de Nicea. Durante la discusión el metropolita de Cesarea citó al obispo de Jerusalén a comparecer en su presencia. Cirilo, con sobrada razón, se negó a ello. Acacio reunió un sínodo en 357 ó 358 y lo depuso, según decía él, por contumaz. Cirilo, con pleno derecho, apeló a un concilio superior e imparcial, apelación que fue aceptada por el emperador Constancio, pero que antes de llevarse a cabo Cirilo tuvo que acceder a la fuerza y salir de su diócesis camino del destierro. Las intrigas de Acacio se habían impuesto a los principios de la legalidad.
San Cirilo de Jerusalén 
El obispo de Jerusalén se dirigió a Antioquía, cuya sede estaba vacante por muerte del titular. Prosiguió entonces su viaje hacia Tarso, donde el obispo Silvano le acogió benévolamente y le permitió ejercer las funciones episcopales, singularmente la predicación. Como Silvano era partidario del grupo arriano de los homeousianos, le puso en relación con los gerifaltes de este partido. Junto a ellos aparece Cirilo en el concilio de Seleucia del 359 y gracias al apoyo de este grupo y sus enérgicas reclamaciones recobró su silla. Pero al año siguiente (360), Acacio se vengó de él en el sínodo de Constantinopla, teniendo que iniciar Cirilo otro destierro, sin que sepamos ni el lugar ni las circunstancias del mismo.
San Cirilo de Jerusalén 
A FINALES DEL 362, CIRILO ENTRÓ DE NUEVO EN SU DIÓCESIS.  
Por esta época Juliano el Apóstata había dado órdenes a los judíos de reconstruir el antiguo templo jerorolimitano. El santo obispo, en medio de su pena, predijo el fracaso de tan impía empresa, como así efectivamente aconteció.
San Cirilo de Jerusalén 
Por los años 365-366 había quedado vacante la sede de Cesarea, por la muerte de Acacio. Cirilo nombró un sucesor en la persona de Filumeno. Desconocemos si por muerte o depuesto por los arrianos, el caso es que la diócesis de Cesarea volvió a quedar sin obispo. Eligió entonces Cirilo para esta sede metropolitana a su sobrino Gelasio, un sacerdote recomendado por su ciencia, por la pureza de la fe y también por su santidad. La elección no fue del agrado de los arrianos, que con sus intrigas le depusieron, y el mismo Cirilo tuvo que salir de su diócesis por tercera vez, camino del nuevo destierro, que duró once años (367-378) y del que nada sabemos.
San Cirilo de Jerusalén 
CON LA SUBIDA DE GRACIANO AL TRONO DEL IMPERIO, CIRILO PUDO VOLVER A SU IGLESIA JEROSOLIMITANA, A FINALES DEL 378.
Parece que durante su ausencia se habían dado la cita en Jerusalén, con permisión, naturalmente, de los obispos intrusos, todos los errores dogmáticos. El Santo encontró a sus fieles excitados y divididos. A esta división había seguido una relajación grande en las costumbres. En los ocho años que todavía permaneció al frente de su diócesis cumplió con la misión de un gran pastor para devolver a su iglesia el antiguo fervor. La historia nos dice que consiguió unir con la Iglesia católica los macedoníanos de Jerusalén y que obtuvo asimismo la sumisión de cuatrocientos monjes partidarios de Paulino de Antioquía. Murió en 386, a la edad de 70 ó 72 años, después de unos veintisiete de episcopado y dieciséis de destierro. En 1882 fue declarado Doctor de la Iglesia.
San Cirilo de Jerusalén 
Los dolores físicos de San Cirilo, inherentes a un destierro de dieciséis años, se vieron todavía aumentados con sufrimientos morales. Ya en sus días se polemizó en torno a su ortodoxia. Por sus relaciones con el partido arriano de los homeousianos se le ha considerado arrianizante por lo menos. Por otra parte, San Cirilo, en sus escritos, no habla ni una sola vez de Arrio ni de los arrianos, no usa nunca la palabra omousios ni otros términos que se prestaban a discusión. Estos hechos ciertos han sido maliciados por los adversarios del santo obispo. 
San Cirilo de Jerusalén 
LO QUE ERA EN SAN CIRILO UN ACTO DE PRUDENCIA LO CONVIRTIERON SUS ENEMIGOS EN MOTIVO DE ESCÁNDALO.
Si bien es cierto que San Cirilo comunicó con los homeousianos, es todavía más seguro que nunca varió en su fe, que fue la de la Iglesia de Roma. Porque quiso desde un principio el obispo jerosolimitano observar la más estricta neutralidad entre los partidos, por eso evita toda palabra, frase, fórmula que pueda enturbiar la convivencia o acrecentar la división. Un temperamento suave como el suyo y un auditorio sencillo, como eran sus fieles, explica satisfactoriamente que no utilizase nunca la palabra omousios; una catequesis dada a quienes todavía no eran cristianos, no se prestaba ciertamente para altas discusiones teológicas. Ante aquel auditorio hubiesen resultado cuestiones bizantinas. San Cirilo, con gran espíritu sacerdotal, quería instruir y no polemizar. Ni dejemos de observar que si sostuvo a los homeousianos fue en lucha con los homeos, que representaban la facción intransigente de Arrio. También San Hilario de Poitiers les apoyó. Muchos de los homeousianos en el fondo eran completamente ortodoxos.
San Cirilo de Jerusalén 
Es indiscutible que sus enseñanzas son de una ortodoxia incensurable y que, a pesar de que evita deliberadamente la palabra omousios, combate, sin embargo, con decisión la doctrina de Arrio. En las obras del obispo jerosolimitano la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía se halla más claramente que en todos los Padres anteriores a él. Hermosa es también la insinuación que hace a sus fieles de cómo han de acercarse a recibir la sagrada comunión. "Haced de vuestra izquierda —les dice— como un trono en que se apoye la mano derecha, que ha de recibir al rey. Santificad luego vuestros ojos con el contacto del cuerpo divino y comulgad. No perdáis la menor partícula. 
Decidme: 
si os entregasen pajuelas de oro, ¿no las guardaríais con el mayor cuidado? Pues más precioso que el oro y la pedrería son las especies sacramentales." 
No deja de ser un gran mérito de San Cirilo de Jerusalén haber expuesto unas enseñanzas tan claras, antes de que estuviesen en circulación las obras de los grandes escritores eclesiásticos.
San Cirilo de Jerusalén 
SAN CIRILO NO ES UN TEÓLOGO COMO OTROS ESCRITORES DE SU TIEMPO, ES UN CATEQUISTA QUE ENSEÑA.
No es original ni como pensador ni como escritor, pero es un testimonio acreditado de la fe tradicional. Sus "Catequesis" son eso: una exposición sencilla y popular de la fe cristiana. Su mejor elogio es el odio de los arrianos. Los arrianos le odiaban porque veían en él un enemigo temible. Por odio tuvo que salir tres veces desterrado de la ciudad santa y por mantener sus creencias se vio obligado a recorrer las ciudades del Asia Menor, cual peregrino errante que sufre por amor a Cristo. Pero al fin sus penas recogieron el triunfo. Pocos años antes de su muerte pudo asistir al concilio ecuménico de Constantinopla, que definía como verídicas las enseñanzas de San Cirilo y de otros muchos obispos que, como él, habían sostenido una violenta lucha contra el arrianismo. El sueño de San Cirilo de ver apaciguados los espíritus entraba en su fase inicial y así entregaba su alma a Cristo, por quien tanto había sufrido.
San Cirilo de Jerusalén 
Fuente:
http://www.primeroscristianos.com/index.php/quien-era/item/1641-san-cirilo-de-jerusalen-18-marzo
http://es.catholic.net/op/articulos/25648/san-cirilo-de-jerusaln.html

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