Lo que hoy podemos hacer es especular sobre cómo podría funcionar nuestra memoria, el recuerdo de nuestro pasado en el cielo y como nuestros sentimientos.
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Una pista es que muchas personas que tuvieron experiencias cercanas a la muerte señalan que fueron recibidos por familiares y amigos, por lo que existiría una memoria del pasado.
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Y por otro lado no ha aparecido ninguna mención a la angustia de eventualmente estar separados eternamente con seres queridos que se rebelaron contra Dios.
Habida cuenta de que nuestras vidas están llenas de pecado, las cosas malas que hemos hecho, así como las cosas malas que nos han hecho a nosotros, son una gran parte de lo que somos.

- Pero un eterno ahora que nunca cambia y por lo tanto hace que no haya lugar para hacer nuevos recuerdos y no ofrece ninguna razón para la recuperación de los antiguos.
- Pero si la resurrección es una resurrección de la carne, entonces ese cuerpo se moverá a través de un nuevo tipo de espacio y, por tanto, una nueva clase de tiempo.
- El tiempo redimido nos libera de las formas en las que estamos atados a nuestro pasado como a la ansiedad sobre el futuro.
- Pero todavía seremos la misma persona, lo que significa que tendremos todavía básicamente la misma memoria terrenal.
Aun suponiendo que podemos hacer nuevos recuerdos en nuestra existencia eterna, los nuevos no van a simplemente reemplazar los viejos.
¿Cómo vamos a ser capaces de recordar el pasado en el cielo de manera que todavía no concedamos al pasado ninguna potencia negativa en el presente?
Cuando damos o recibimos el perdón, por ejemplo, podemos llegar a un acuerdo con las acciones pecaminosas de nuestro pasado.
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Pero los hechos con respecto a los acontecimientos pasados siguen siendo los mismos.
En el cielo, el pasado se convertirá en una tierra en que podremos habitar durante todo el tiempo que se necesite para experimentar el poder sanador del amor de Dios.
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En otras palabras, podríamos ser capaces de cambiar los acontecimientos pasados que se necesitan cambiar, y no sólo por la reinterpretación de ellos.
La memoria todavía importa, pero su importancia no limitará la forma en que experimentamos el tiempo.
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Por lo que vamos a ser finalmente capaces de recordarnos a nosotros mismos como Dios quiso que fuéramos.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que en el Juicio Final “la verdad de la relación de cada hombre con Dios, será puesta al desnudo” (CIC 1039).
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Esto significa que el bienaventurado en el cielo sabrá cuáles de sus seres queridos están en el infierno.
¿Y NO SE SENTIRÁN INFELICES POR ESTO?En primer lugar, Jesús nos advirtió que si amas a tu padre o madre más que a Él, no eres digno de Él; o si amas a tu hijo o a tu hija más que a Él (Mt. 10:37).
La Biblia enseña que Dios enjugará toda lágrima de los ojos (Ap. 21: 4).
Pablo escribe que el cielo estará más allá de nuestra comprensión o la imaginación (1 Cor. 2: 9).
También escribe que no podemos entender esto ahora, pero lo haremos en el futuro histórico (1 Cor. 13:12).
Mientras que esta objeción es actualmente difícil de entender, la Biblia promete que esto tendrá sentido en la eternidad (Ap. 6:10; 16: 5-7; 18:20; 19: 1-3).
Los mártires en el cielo claman a Dios para juzgar a las personas malas sobre la tierra (Ap. 6: 9-11).
En el Cielo, nunca vamos a cuestionar la justicia de Dios, preguntándonos cómo Él podría enviar buena gente al infierno.
En el cielo veremos claramente que Dios se reveló a cada persona y que ha dado suficientes oportunidades para que cada corazón y conciencia lo busquen y respondan a Él (Romanos 1: 18, 2: 16).

Por otro lado, nuestro amor por los demás en el Cielo estará directamente vinculado a Dios, que es el objeto central de nuestro amor.
Podemos estar absolutamente seguros que el infierno no tendrá ningún poder sobre el cielo; ninguna miseria del infierno jamás vetará cualquiera alegría del cielo.
“llanto, ni clamor, ni dolor” (Apocalipsis 21:4).
“como qué” era la gloria del Cielo o a qué “se parecía” (Ezequiel 1).
“oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2 Corintios 12:4).
“cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón de hombre” (1 Corintios 2:9)!
- Según lo que sugiere el Libro del Apocalipsis, un aspecto interesante y sorprendente de la nueva tierra será la falta de los vastos océanos, que cubren más del 70 por ciento de nuestro mundo actual.
- Habrá mucha más tierra frondosa e idílica para los seguidores redimidos de Dios.
- La característica más grande de la ciudad santa es el brillo que ilumina la presencia de Dios.
- La inmensidad y la enormidad de la ciudad ofrecerán un amplio espacio para una multitud de santos por toda la eternidad.

- Cada puerta de la ciudad contiene una perla que es lo suficientemente grande como para cubrir la puerta de entrada a la ciudad.
- “Oro puro, semejante al cristal” es el material de las calles..
- Los habitantes de la gran ciudad en realidad caminarán sobre piedras preciosas.
- No habrá ningún templo en la nueva ciudad santa
- No habrá necesidad de sol ni de luna en la nueva ciudad, en la medida que la magnificencia de Dios proveerá luz más que suficiente.
- La gloria del Señor brillará e iluminará toda la ciudad.
- Dejará de haber cosas tales como la luz o la oscuridad, sólo la luz gloriosa que los seres humanos nunca han experimentado antes.
- Muchos se preguntan si en el Cielo todavía estaremos sujetos al tiempo. Pero no hay realmente ninguna razón para creer que no lo estaremos.
Cuando Moisés y Elías se reunieron con el Señor en el Monte de la Transfiguración, está registrado que discutieron el próximo retorno del Señor a la gloria (Lucas 9:30-31).
los santos en el Cielo estarán esperando ansiosamente la terminación de los propósitos de Dios en la tierra (Apocalipsis 6:10-11).
“espiritual, honorable, imperecedero y poderoso”!
¡Cuando al apóstol Juan se le dio una visión de la vida en la nueva creación fue anonadado de tal forma que se le tuvo que recordar que registrara lo que estaba viendo (Apocalipsis 21:5)!
¡Y se le tuvo que asegurar en dos oportunidades que lo que estaba contemplando realmente ocurriría (Apocalipsis 21:5; 22:6)!

"El Cielo es la participación en la naturaleza divina, gozar de Dios por toda la eternidad, la última meta del inagotable deseo de felicidad que cada hombre lleva en su corazón. Es la satisfacción de los más profundos anhelos del corazón humano y consiste en la más perfecta comunión de amor con la Trinidad, con la Virgen María y con los Santos. Los bienaventurados serán eternamente felices, viendo a Dios tal cual es." Catecismo de la Iglesia Católica, 1023-1029, 1721-1722.
¿Qué tal si te digo que el Cielo es algo así como la suma de todos tus momentos felices, de todos tus deseos cumplidos, de todos tus "hobbies" realizables?
en el Cielo no habrá sufrimiento, no habrá hambre, ni sed, ni cansancio, ni injusticias, no existirá el dolor y tampoco la muerte.
El Cielo es felicidad que rebasa nuestros deseos, actividad sin cansancio, descanso sin aburrimiento, conocimiento sin velos, grandeza sin exceso, amor sin afán de posesión, perdón sin memoria, gratitud sin dependencia, amistad sin celos, compañía sin estorbos.
No lo podemos ubicar ni arriba ni abajo, ni delante ni detrás, pues el Cielo no es un lugar, sino un estado en el cual los hombres encontraremos la felicidad buscada y la conservaremos por toda la eternidad.
Sonará la trompeta y los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que ese ser corruptible sea revestido de incorruptibilidad y que ese ser mortal sea revestido de inmortalidad.¿CÓMO PODRÉ SER FELIZ SI ALGUNA DE LAS PERSONAS A QUIENES AMO ESTÁN EN EL INFIERNO?
A los hambrientos les hablaba de pan, a la samaritana de un agua que sacia definitivamente la sed (Jn 4, 1 ss). Hablaba de perlas preciosas (Mt 13, 45.), de onzas de oro, de una oveja perdida y recuperada. Nos habla de un banquete, de una fiesta de bodas, de redes colmadas de peces, de un tesoro escondido en el campo.
Dios es capaz de hacer indeciblemente más de lo que nosotros pedimos o imaginamos (Ef 3,20).
Nada son los sufrimientos de la vida presente, comparados con la gloria que nos espera en el Cielo (2 Cor 4,17).
Pude ver a Jesús en su Santa Humanidad completa. Se me apareció con una belleza y una majestad incomparables. No temo decir que, aunque no tuviéramos otro espectáculo para encantar nuestra vista en el Cielo, ya sería una gloria inmensa. (Vida de Santa Teresa).
Es más fácil decir qué cosas no hay en el cielo, que decir qué cosas hay: En el Cielo contemplaremos y descansaremos, descansaremos y alabaremos, alabaremos y amaremos, amaremos y contemplaremos. (Confesiones).
Tanto es el deleite de la vista de tu ser y hermosura, que no la puede sufrir mi alma, sino que tengo que morir viéndola, máteme tu vista y hermosura. (Cántico espiritual).
El bien que espero es tan grande, que toda pena se me convierte en placer.¿QUÉ DEBO HACER PARA ALCANZAR EL CIELO?
- Entrar por la puerta estrecha (Mt 7,13.).
- Tomar la cruz.
- Vender todo lo que tienes y dárselo a los pobres.
- Dejar a tu padre y a tu madre.
- Tomar el arado y no voltear hacia atrás.
Quien tiene la bellota, ya tiene el encino; quien posee la gracia santificante, posee el Cielo, es decir a Dios.
Aquí en la Tierra, quien tiene la bellota, tendrá más tarde el encino. La bellota no es aún el encino, pero llegará a serlo. En la tierra vemos el capullo, en el cielo la flor; en la tierra el amanecer, en el cielo el mediodía; aquí las sombras, allá la luz; aquí lo parcial, allá la plenitud; aquí la lucha, allá la victoria. M.M. Arami, Vive tu vida.LOS MEDIOS PARA VIVIR SIEMPRE EN GRACIA YA LOS CONOCES
- la oración;
- la huida de las ocasiones de pecado;
- el sacrificio;
- la frecuencia en la recepción de los sacramentos;
- la devoción a la Virgen María,
- la vivencia de las Bienaventuranzas.
"Venid benditos de mi Padre… porque tuve hambre y me disteis de comer, porque tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, forastero y me acogisteis, enfermo y me visitasteis… Todo lo que hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis."
“Al presentar la Iglesia a los hombres de nuestro tiempo, el Concilio Vaticano II tenía bien presente una verdad fundamental, que no hay que olvidar jamás: la Iglesia no es una realidad estática, detenida, con fin en sí misma, sino que está continuamente en camino en la historia, hacia la meta última y maravillosa que es el Reino de los cielos, del cual la Iglesia en la tierra es el germen y el inicio”, indicó.SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS, EL PAPA DIJO
“la Constitución conciliar Gaudium et spes (del Concilio Vaticano II), de frente a estos interrogantes que resuenan desde siempre en el corazón del hombre, afirma: ‘Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, deformada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano’”.
Para el Pontífice, la meta a la que aspira la Iglesia es la “Jerusalén nueva”, el “Paraíso” o el Cielo, como comúnmente se le conoce. Pero “más que de un lugar, se trata de un ‘estado’ del alma, en el cual nuestras expectativas más profundas serán cumplidas de manera superabundante y nuestro ser, como criaturas y como hijos de Dios, alcanzará la plena maduración”.
- “ES BELLO PENSAR EN EL CIELO”, QUE “TODOS NOS ENCONTRAREMOS ALLÍ”. ESTO “DA ¡FUERZA AL ALMA!”, EXCLAMÓ.
“aquellos que ya viven en la presencia de Dios, de hecho, nos pueden sostener e interceder por nosotros, rezar por nosotros”.
“ofrecer buenas acciones, oraciones y la Eucaristía” para “aliviar las tribulaciones de las almas que todavía están esperando la beatitud sin fin”.
“El universo será renovado y liberado de una vez para siempre de todos los rastros del mal y de la misma muerte”, lo que “es llevar cada cosa a su plenitud de ser, de verdad, de belleza”.
Con la muerte concluye el tiempo de realizar buenas obras y de merecer ante Dios. Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario "dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor" (2 Co 5,8).
"Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con San José y todos los ángeles y santos. ... Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos. ... Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor..." (OEx. "Commendatio animae", Recomendación del alma).
"Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman" (1 Co 2, 9).
"Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46).
"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" (Mt 7, 13-14) :
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos (MR Canon Romano 88)

«la muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo».
«Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de la purificación, bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo, bien para condenarse inmediatamente para siempre». En este sentido, San Juan de la Cruz habla del juicio particular de cada como señalando que
«a la tarde, te examinarán en el amor». Catecismo de la Iglesia Católica, 1021-1022.

- Todo se arregla, menos la muerte... Y la muerte lo arregla todo. Surco, 878.
- Cara a la muerte, ¡sereno! Así te quiero. No con el estoicismo frío del pagano; sino con el fervor del hijo de Dios, que sabe que la vida se muda, no se quita. ¿Morir?... ¡Vivir! Surco, 876.
- ¡No me hagas de la muerte una tragedia!, porque no lo es. Sólo a los hijos desamorados no les entusiasma el encuentro con sus padres. Surco, 885.
- El verdadero cristiano está siempre dispuesto a comparecer ante Dios. Porque, en cada instante si lucha para vivir como hombre de Cristo, se encuentra preparado para cumplir su deber. Surco, 875.
- "Me hizo gracia que hable usted de la 'cuenta' que le pedirá Nuestro Señor. No, para ustedes no será Juez —en el sentido austero de la palabra— sino simplemente Jesús". —Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo. Camino, 168.
"el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha”.San Pablo escribe:
"Ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por pensamiento de hombre las cosas que Dios ha preparado para los que le aman". (1Cor 2, 9).

- Mienten los hombres cuando dicen "para siempre" en cosas temporales. Sólo es verdad, con una verdad total, el "para siempre" de la eternidad. —Y así has de vivir tú, con una fe que te haga sentir sabores de miel, dulzuras de cielo, al pensar en esa eternidad, ¡que sí es para siempre! Forja, 999.
- Piensa qué grato es a Dios Nuestro Señor el incienso que en su honor se quema; piensa también en lo poco que valen las cosas de la tierra, que apenas empiezan ya se acaban... En cambio, un gran Amor te espera en el Cielo: sin traiciones, sin engaños: ¡todo el amor, toda la belleza, toda la grandeza, toda la ciencia...! Y sin empalago: te saciará sin saciar. Forja, 995.
- Si transformamos los proyectos temporales en metas absolutas, cancelando del horizonte la morada eterna y el fin para el que hemos sido creados —amar y alabar al Señor, y poseerle después en el Cielo—, los más brillantes intentos se tornan en traiciones, e incluso en vehículo para envilecer a las criaturas. Recordad la sincera y famosa exclamación de San Agustín, que había experimentado tantas amarguras mientras desconocía a Dios, y buscaba fuera de El la felicidad: ¡nos creaste, Señor, para ser tuyos, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti! Amigos de Dios, 208
- En la vida espiritual, muchas veces hay que saber perder, cara a la tierra, para ganar en el Cielo. —Así se gana siempre. Forja, 998.
"Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46).Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos. Catecismo de la Iglesia católica, 1030-1032

- El purgatorio es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean identificarse con El. Surco, 889
- No quieras hacer nada por ganar mérito, ni por miedo a las penas del purgatorio: todo, hasta lo más pequeño, desde ahora y para siempre, empéñate en hacerlo por dar gusto a Jesús. Forja, 1041.
- "Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas". —Luego, ¿el hombre pecador tiene su hora? —Sí..., ¡y Dios su eternidad! Camino, 734.
Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión:
"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" (Mt 7, 13-14). Catecismo de la Iglesia católica, 1033-1036

- No me olvidéis que resulta más cómodo —pero es un descamino— evitar a toda costa el sufrimiento, con la excusa de no disgustar al prójimo: frecuentemente, en esa inhibición se esconde una vergonzosa huida del propio dolor, ya que de ordinario no es agradable hacer una advertencia seria. Hijos míos, acordaos de que el infierno está lleno de bocas cerradas. Amigos de Dios, 161.
- Un discípulo de Cristo nunca razonará así: "yo procuro ser bueno, y los demás, si quieren..., que se vayan al infierno". Este comportamiento no es humano, ni es conforme con el amor de Dios, ni con la caridad que debemos al prójimo. Forja, 952
- Sólo el infierno es castigo del pecado. La muerte y el juicio no son más que consecuencias, que no temen quienes viven en gracia de Dios. Surco, 890.
- La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final.
- Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 28-29).
- Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus ángeles [...] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32.
- El Juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte (cf. Ct 8, 6).
- El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía "el tiempo favorable, el tiempo de salvación" (2 Co 6, 2).
- Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios. Anuncia la "bienaventurada esperanza" (Tt 2, 13)
- de la vuelta del Señor que "vendrá para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan creído" (2 Ts 1, 10). Catecismo de la Iglesia católica, 1038-1041

- Cuando pienses en la muerte, a pesar de tus pecados, no tengas miedo... Porque El ya sabe que le amas..., y de qué pasta estás hecho. Si tú le buscas, te acogerá como el padre al hijo pródigo: ¡pero has de buscarle! Surco, 880.
- “Conozco a algunas y a algunos que no tienen fuerzas ni para pedir socorro”, me dices disgustado y apenado. —No pases de largo; tu voluntad de salvarte y de salvarles puede ser el punto de partida de su conversión. Además, si recapacitas, advertirás que también a ti te tendieron la mano. Surco, 778.
- El mundo, el demonio y la carne son unos aventureros que, aprovechándose de la debilidad del salvaje que llevas dentro, quieren que, a cambio del pobre espejuelo de un placer —que nada vale—, les entregues el oro fino y las perlas y los brillantes y rubíes empapados en la sangre viva y redentora de tu Dios, que son el precio y el tesoro de tu eternidad. Camino, 708.
- Por salvar al hombre, Señor, mueres en la Cruz; y, sin embargo, por un solo pecado mortal, condenas al hombre a una eternidad infeliz de tormentos...: ¡cuánto te ofende el pecado, y cuánto lo debo odiar! Forja, 1002.
- La Sagrada Escritura llama "cielos nuevos y tierra nueva" a esta renovación misteriosa que transformará la humanidad y el mundo (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1).
- Esta será la realización definitiva del designio de Dios de "hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra" (Ef 1, 10).
- Para el hombre esta consumación será la realización final de la unidad del género humano, querida por Dios desde la creación y de la que la Iglesia peregrina era "como el sacramento" (LG1).
Los que estén unidos a Cristo formarán la comunidad de los rescatados, la Ciudad Santa de Dios. Ya no será herida por el pecado, las manchas, el amor propio, que destruyen o hieren la comunidad terrena de los hombres. La visión beatífica de Dios será la fuente inmensa de felicidad, de paz y de comunión mutua.
"Ignoramos el momento de la consumación de la tierra y de la humanidad, y no sabemos cómo se transformará el universo.
Ciertamente, la figura de este mundo, deformada por el pecado, pasa, pero se nos enseña que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenará y superará todos los deseos de paz que se levantan en los corazones de los hombres"(GS 39).
"No obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel cuerpo de la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente el progreso terreno del crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero, en la medida en que puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa mucho al Reino de Dios" (GS 39). Catecismo de la Iglesia Católica, 1043-1049.

- Mientras vivimos aquí, el reino se asemeja a la levadura que cogió una mujer y la mezcló con tres celemines de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada. Quien entiende el reino que Cristo propone, advierte que vale la pena jugarse todo por conseguirlo: es la perla que el mercader adquiere a costa de vender lo que posee, es el tesoro hallado en el campo. El reino de los cielos es una conquista difícil: nadie está seguro de alcanzarlo, pero el clamor humilde del hombre arrepentido logra que se abran sus puertas de par en par. Es Cristo que pasa, 180
- En esta tierra, la contemplación de las realidades sobrenaturales, la acción de la gracia en nuestras almas, el amor al prójimo como fruto sabroso del amor a Dios, suponen ya un anticipo del Cielo, una incoación destinada a crecer día a día. No soportamos los cristianos una doble vida: mantenemos una unidad de vida, sencilla y fuerte en la que se funden y compenetran todas nuestras acciones. Cristo nos espera. Vivamos ya como ciudadanos del cielo, siendo plenamente ciudadanos de la tierra, en medio de dificultades, de injusticias, de incomprensiones, pero también en medio de la alegría y de la serenidad que da el saberse hijo amado de Dios. Es Cristo que pasa, 126.
- El tiempo es nuestro tesoro, el "dinero" para comprar la eternidad. Surco, 882.
- “El purgatorio es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean identificarse con El" (Punto 889).
- “¡Qué contento se debe morir, cuando se han vivido heroicamente todos los minutos de la vida! Te lo puedo asegurar porque he presenciado la alegría de quienes, con serena impaciencia, durante muchos años, se han preparado para ese encuentro" (Punto 893).
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