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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

“Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo escribir, lo que debo hacer, como debo obrar, para el bien de los hombres, de la iglesia y el triunfo de Jesucristo”.

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

7 de mayo de 2016

LA SOBERBIA - DISTINTOS MATICES, SU RELACIÓN CON EL ORGULLO. REFLEXIONES

Soberbia por Jacob Matham
La soberbia (del latín superbia) u orgullo (del francés orgueil) es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás.

SINÓNIMOS

SOBERBIA: En casi todas las listas, el orgullo es considerado el original y más serio de los Siete Pecados Capitales, y de hecho, es también la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, intentando hacer de menos a los otros.
ANTÓNIMOS 
. Humildad
. Modestia
. sencillez

El principal matiz que las distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo o ego.
MANIFESTACIONES DEL ORGULLO EN GRADO DE SOBERBIA
SIGNIFICADOS NEGATIVOS
. En términos negativos la soberbia es una actitud orgullosa consistente en la perspicacia de aquella persona que se envanece a si misma. Genéricamente se la define como la sobrevaloración del yo respecto de otros, para superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo o situación o bien en alcanzar una elevada desvalorización del contexto.
TAMBIÉN SE PUEDE DEFINIR LA SOBERBIA COMO
. La creencia de que todo lo que se posee es superior, que se es capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás, o de superar los prejuicios. 
. El orgullo incita a la persona a valorarse demasiado, creyéndose capaz de hacer cualquier cosa por encima de los demás e incluso de sus propias capacidades, de las circunstancias o mejor dicho los contratiempos que se presenten. Esta idea deriva directamente en que la persona orgullosa ponga en detrimento a las demás personas, debido a que piensa que sus capacidades o que su valor no equiparan al suyo, lo que se considera arrogante.
ES CONSIDERADO POR LA TEOLOGÍA CATÓLICA UNO DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES.

PECADOS CAPITALES
VIRTUDES PARA VENCERLOS
1-Soberbia
ante el deseo de alto honor y gloria
Humildad
Reconocer que de nosotros mismos solo tenemos la nada y el pecado.
2-Avaricia 
ante el deseo de acaparar riquezas
Generosidad
 
Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.
3- Lujuria
ante el apetito sexual
Castidad
logra el dominio de los apetitos sensuales
4- Ira 
ante un daño o dificultad
Paciencia
Sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.
5- Gula 
ante la comida y bebida
Templanza
Moderación en el comer y en el beber
6- Envidia
resiente las cualidades, bienes o logros de otro porque reducen nuestra auto-estima
Caridad
Desear y hacer siempre el bien al prójimo
7- Pereza
del desgano por obrar en el trabajo o por responder a los bienes espirituales
Diligencia
Prontitud de ánimo para obrar el bien

SIGNIFICACIONES POSITIVAS
Conviene no olvidar la connotación positiva que, ya en su origen latino, posee la palabra, puesto que la calificación de un acto como soberbio u orgulloso puede ser sinónimo de óptimo o de bella factura. 
EN LA FILOSOFÍA OBJETIVISTA DE AYN RAND (Ayn Rand, seudónimo de Alisa Zinóvievna Rosenbaum filósofa y escritora estadounidense de origen judío ruso, ampliamente conocida por haber escrito los best seller El manantial y La rebelión de Atlas, y por haber desarrollado un sistema filosófico al que denominó «objetivismo»).
Ayn Rand
Ayn Rand.jpg
Ayn Rand (1925)
Nombre de nacimientoAlisa Zinov'yevna Rosenbaum y Али́са Зино́вьевна Розенба́ум
Nacimiento2 de febrero de 1905
San PetersburgoImperio ruso Bandera de Rusia
Fallecimiento6 de marzo de 1982 (77 años)
Nueva YorkEE. UU. Bandera de los Estados Unidos
Causa de muerteInsuficiencia cardíaca
NacionalidadEstadounidenseImperio ruso ysoviética
Alma máter
Ocupaciónfilósofanovelistaensayista.
SeudónimoAyn Rand
Lengua de producción literariainglés
Lengua maternaruso
GéneroObjetivismo
Movimientosobjetivismo
Creencias religiosasAteísmo
CónyugeFrank O'Connor
Premios
FirmaSign Ayn Rand.png
El orgullo es una de las tres virtudes principales y se define como estima apropiada de sí mismo que proviene de la ambición moral de vivir en plena consistencia con valores personales racionales. 
Pavo Real
PARA FRIEDRICH WILHELM NIETZSCHE (Fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX. Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental, mediante la genealogía de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente a generaciones posteriores de teólogos, antropólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, politólogos, historiadores, poetas,novelistas y dramaturgos).
Friedrich Nietzsche
Nietzsche1882.jpg
Friedrich W. Nietzsche en 1882.
Nombre de nacimientoFriedrich Wilhelm Nietzsche
Nacimiento15 de octubre de 1844
Flag of Prussia 1892-1918.svg RöckenPrusia
Fallecimiento25 de agosto de 1900
(55 años)
Bandera de Imperio alemán WeimarImperio alemán
Causa de muerteNeumonía
NacionalidadReino de Prusia
Alma máter
OcupaciónFilósofopoetamúsico,filólogo
Empleador
Movimientossin etiquetar
Creencias religiosasAteísmo
FirmaFriedrich Nietzsche Signature.svg
. La soberbia es una virtud elevada, propia de hombres superiores, la cual conduce a una honestidad absoluta consigo mismo (lo cual hace imposible cualquier trampa o acto deshonesto), valentía y superación constante siempre buscando estar por encima de los demás y no ocultarlo ante nadie en aquello y en todo.
ARTE
Entre las varias representaciones artísticas con que se ha identificado la soberbia se encuentran el león, el caballo, el pavo real, el murciélago, el color violeta y el espejo.
SOBERBIA
Pronunciación: ['so.βeɾ.βja] (AFI)
Etimología: del latín superbĭa

Sustantivo masculino

SingularPlural
soberbiasoberbias
1. Sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o ideas propias y menospreciar las ajenas.

Adjetivo

SingularPlural
Masculinosoberbiosoberbios
Femeninosoberbiasoberbias
2. Que se deja llevar por la soberbia.
Sinónimos: altivo, arrogante
Ejemplo: un razonamiento tan soberbio no es propio de él.
3. Que posee grandes cualidades, o cualidades de difícil parangón
Ejemplo: perro soberbio.
Sinónimos: espléndido, insuperable
SOBERBIA - Nombre femenino - Sinónimos: altaneríaaltivez
1. Sentimiento de superioridad frente a los demás, que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos.
2. Rabia o enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad.
LA CARRETA VACÍA - ES INTERESANTE EL MENSAJE QUE NOS DEJA ESTE VIEJO RELATO
Tengo el convencimiento de que la soberbia es la clave de casi todos los conflictos humanos; formas de soberbia más o menos elaboradas, más primarias o más sutiles, pero siempre la soberbia está en la raíz de las actitudes que los provocan. En las personas más inteligentes, cuesta un poco más, pues con el tiempo van aprendiendo a disimularlo.
Caminaba un día con mi padre cuando se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó:
– Además del canto de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí:

– Estoy escuchando el ruido de una carreta.

– Eso es -dijo mi padre-. Es una carreta vacía.

Yo le pregunté a mi padre:

– ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?

Entonces mi padre me respondió:

– Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.
Me convertí en adulto, y ahora, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación, siendo inoportuna o arrogante, presumiendo de lo que tiene o de lo que es, mostrándose prepotente o menospreciando a los demás, tengo la impresión de oír de nuevo la voz de mi padre diciendo: 
“Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace”. 
LA HUMILDAD hace callar a nuestras virtudes y permite a los demás descubrirlas, y nadie está más vacío que quien está lleno de sí mismo»
Es interesante el mensaje que nos deja este viejo relato. Cuando imaginamos el paso de una carreta llena de carga, esforzada, silenciosa, un poco hundida por el peso que lleva, esa imagen nos transmite una sensación de plenitud y de silencio. 
Y ALGO PARECIDO SUCEDE CON LAS PERSONASHay vidas que están llenas de contenido, de esfuerzo y de sentido. Suelen ser vidas activas y luchadoras, pero hacen poco ruido. Son vidas que no cuadran con los alardes grandilocuentes de actividad, ni con los excesos de protagonismo personal, ni con el individualismo que suele delatar ocultas faltas de rectitud y de sentido de servicio.
Cuando vemos que alrededor de una persona los conflictos tienden a enconarse, o que surgen distanciamientos o desencuentros tontos, o que a su alrededor los equipos humanos se desunen o se rompen, casi siempre está detrás ese empeño vanidoso e histriónico de la soberbia. 
Carreta cargada de tinajas
Puede adoptar muchas formas, pero casi siempre son variantes de lo mismo: ese afán un tanto ridículo por dejar constancia del propio mérito, la susceptibilidad enfermiza que quien se siente agraviado constantemente por auténticas simplezas, las pugnas y desavenencias absurdas por una pequeña cuota de protagonismo personal, los agradecimientos exigidos y contabilizados. Todo eso suele estar tejido y comunicado por el correoso hilo de la soberbia, e identificado por la falta de calado y de silencio interior.
El que sabe, suele hablar poco; el que habla mucho, suele saber poco. El que profundiza en las cosas, suele hablar con prudencia y con mesura. Los que hablan a la ligera y hacen juicios precipitados sobre las personas o los asuntos, suelen hablar demasiado. Son personas que con su alma vacía hacen chirriar el ambiente en todo su entorno, como las carretas vacías. Y chirrían sobre todo porque les falta el aplomo de la verdad. Porque la verdad fastidia su constante búsqueda de la satisfacción personal, y eso no lo soportan. - Alfonso Aguiló
ALGO MAS SOBRE LA SOBERBIA
Del latín superbĭa, la soberbia es definida por la Real Academia Española (RAE) como
- El apetito desordenado de ser preferido a otros. El concepto puede asociarse a la altivez, el engreimiento, la presunción y la petulancia. 
Por ejemplo: 
- “El actor mostró nuevamente su soberbia al negarse a saludar a los fanáticos que lo estaban esperando a la salida del canal”
- “No tiene una pizca de soberbia, pese a que es uno de los artistas más aclamados del mundo”
- “Si no consiguió el puesto, fue por su soberbia”.
La soberbia implica la satisfacción excesiva por la contemplación propia, menospreciando a los demás.
El soberbio se siente mejor y más importante que el prójimo, a quien minimiza de forma constante. Por eso se comporta de manera arrogante y suele generar rechazo entre el resto de la gente.
SE ESTABLECEN QUE HAY VARIOS ÍTEMS O CARACTERÍSTICAS QUE DEJAN PATENTE QUE UNA PERSONA ES SOBERBIA
• La mayor parte del tiempo que ocupa hablando, lo hace refiriendo a los éxitos que ha alcanzado y a los logros que ha obtenido a lo largo de su vida, concretamente dentro de su carrera profesional.
• Disfruta cuando otras personas, fundamentalmente sus “adversarios”, experimentan el fracaso.
• Nunca reconoce sus errores y en absoluto acepta las críticas. Cuando alguien le realiza una crítica de su actuación la manera de defenderse que tiene es atacando. 
• Tiene una gran dificultad para pedir perdón. 
• En concreto, sólo en muy contadas ocasiones, y porque ya no le queda más remedio, solicita disculpas por actos que haya realizado o palabras que haya dicho. 
• Posee una necesidad imperiosa y, a veces ya enfermiza, de recibir halagos. Por eso, necesita que quienes le rodean estén continuamente alabándolo y resaltando todo lo bueno que hace, las cualidades que tiene, el éxito que está consiguiendo… 
• Es una persona que en todo momento necesita tener el control de cualquier situación en la que se encuentra metida. 
• Se molesta e incluso puede llegar a sufrir por el éxito de otras personas.
LA HUMILDAD, LA SENCILLEZ Y LA MODESTIA SON NOCIONES CONTRARIAS A LA SOBERBIA
Si a un jugador de fútbol lo catalogan como el mejor del mundo, éste puede comportarse:
- De manera humilde (y declarar públicamente que esas apreciaciones corren por cuenta del público o la prensa y que él sólo trabaja para mejorar cada día)
- O con soberbia (diciendo que, efectivamente, es el mejor y que sus logros y títulos lo avalan).
Un claro ejemplo de esa diferencia es la que existe en estos momentos entre dos de los mejores jugadores de fútbol del mundo. Así, muchas son las personas, que identifican rápidamente con el primer perfil (De manera humilde) al argentino Lionel Messi, figura emblemática del F.C. Barcelona.
Mientras que el segundo tipo de personalidad (Con soberbia) la asocian con el portugués Cristiano Ronaldo, que juega en el Real Madrid.
Cristiano Ronaldo
Es posible asociar a la soberbia con el orgullo, aunque éste tiene un valor positivo y está considerado como una virtud.
. La persona puede sentir orgullo por sí misma al reconocer sus éxitos o mejoras, sin que esto la haga sentir superior al resto de los seres humanos.
En cambio
. Cuando ese autoreconocimiento se transforma en soberbia, su objetivo pasa a ser alimentar su ego y su propia vanidad.
LA SOBERBIA SEGÚN TOMÁS DE AQUINO
Escrito por Pio Santiago Publicado: 12 Marzo 2015 - J.F. Sellés. Facultad de Filosofía. Universidad de Navarra
Santo Tomás de Aquino
St-thomas-aquinas.jpg
Proclamado Doctor de la Iglesia el 11 de abril de 1567 por el papa san Pío V
NombreTommaso d'Aquino
ApodoDoctor Angélico
Nacimiento1224 ó 1225
RoccaseccaNápolesReino de Sicilia
Fallecimiento7 de marzo de 1274
Abadía de FossanuovaLacio,Italia
Venerado enIglesia católica
Canonización18 de julio de 1323 por el papaJuan XXII en Aviñón
Festividad28 de enero Novus Ordo
7 de marzo Vetus Ordo
AtributosHábito dominico, libro, sol en el pecho, iglesia bajo el brazo
PatronazgoTodos los establecimientos educativos católicos
ÍNDICE
PLANTEAMIENTO
Como advirtió Tomás de Aquino hay dos vicios característicos de los seres espirituales:
. La soberbia
. La envidia[1]
Tal vez fuera más oportuno hablar de las perfecciones contrarias –la humildad y la caridad–. Con todo, si es cierto el aserto aristotélico de que:
"por contraste, el hombre aprende más de las exposiciones negativas que de las positivas", tal vez lo que se escribe a continuación pueda beneficiar al lector que, de seguro, podrá ahondar en lo indicado.
Al escribir esta exposición se cuenta con otro escollo, a saber, que respecto de estos males –en especial, la soberbia–, nadie se puede considerar inmune, ya que nadie parece justificado a reiterar aquello de “no soy como los demás”[4], pues se trata –según enseñaba una Glosa medieval– del pecado universal[5]. De modo que, si existe alguna persona sin este defecto, esa será sin mancha[6]. En adelante se procederá, primero, a explicar la soberbia. 
El orden será como sigue:
Al inicio, una exposición del defecto
Luego, un elenco de sus manifestaciones
Por último, unas breves propuestas de corrección, pues en este defecto es magna la necesidad de rectificar[7].
¿QUÉ ES LA SOBERBIA?
La palabra “soberbia” se puede entender en dos sentidos:
Uno positivo y poco frecuente
Otro negativo y de uso ordinario
Depende si aquello a que se aspira es, respectivamente, bueno o malo[8]. Esta sería una acepción material del término. Sin embargo, formalmente hablando, el vocablo designa un vicio negativo del espíritu, el superior a todos.
El sentido positivo es el que, por ejemplo:
En una universidad, designa que ésta lo sigue siendo y crece como tal.
En cambio
El negativo es el más eficaz disolvente de la institución universitaria.
Tomás de Aquino indica que:
. Soberbio es el que tiene un amor desordenado hacia su propio bien por encima de otros bienes superiores[9].
El sólo hecho de dudar si existen bienes superiores al propio ya es, pues, síntoma de este defecto. Es amor desordenado, porque como el soberbio no se conoce como quién es, sino que tiene un conocimiento de sí como de aquél que quiere ser, desea para él lo que no le es adecuado.
. La describe como el apetito inmoderado de la propia excelencia[10] que, de paso, rebaja la dignidad ajena[11].
. Desde luego, la excelencia es debida a alguna cualidad buena[12]; por eso, se puede referir a diversas aptitudes humanas[13]. Por el contrario, añade que el humilde no se preocupa de la propia excelencia, pues se considera indigno[14]. Advierte también que la soberbia es la madre[15] y reina[16] de todo defecto, es decir, su origen y su fin[17].
De modo que las otras lacras, como hijas naturales, tienen cierto parecido a la madre[18] y, asimismo, cierta propensión a rendirle honores[19].
OTRA NOTA QUE TOMÁS DE AQUINO ATRIBUYE A LA SOBERBIA
Es que este defecto radica en la voluntad[20], y, precisamente por considerarla una mala inclinación de esta potencia humana, añade que el soberbio no se subordina a su recto conocimiento propio, de modo que pueda percibir por él su distintiva verdad[21].
Por el contrario, nota que la humildad se ajusta al adecuado conocimiento que alguien tiene de sí[22] (“donde hay humildad hay sabiduría”, dice la Escritura[23]).
Por eso admite que la soberbia impide la sabiduría[24].
También advierte que las verdades directamente impedidas por la soberbia son aquellas que se denominaban “afectivas”[25], es decir, unas de las más altas que sólo las personas virtuosas conocen por connaturalidad. En rigor, el fruto seguro de este defecto es la ceguera de la mente[26].
Ángel Caído del parque del Retiro, en Madrid.
No obstante, si bien se mira, la soberbia no inhiere en la voluntad, sino –como su carcoma[27]– en lo más neurálgico de nuestra intimidad, de donde procede toda malicia, y a donde toda corrupción se ordena[28]. Sí, nadie se reduce a su voluntad, y es en esa realidad personal irreductibilble donde anida la soberbia y la peor ignorancia, lo cual le llevó a clamar a San Pablo: “de la ceguera del corazón, líbranos Señor”[29]. Por eso se entiende que la perfección contraria, la humildad, sea –más que una virtud de la voluntad– la fuente personal de todas las virtudes. También por esto la humildad, en cuanto que remueve la soberbia, es la sal que preserva toda virtud[30].
. Si el vicio de la soberbia es el más grave, también será el más tenaz y perdurable, porque es el que está más hondamente radicado en nuestro ser; tan fuerte que extingue todas las virtudes y corrompe todas las potencias humanas[31]. Por lo que se refiere sus los tipos, Tomás señala que uno es el de aquel que se gloría en sus cualidades, y otro el de quien se arroga lo que le sobrepasa[32]. Obviamente el segundo es peor –también más ciego– que el primero.
El carácter distintivo de este defecto respecto de los otros lo cifra Tomás de Aquino en que en cualquiera de los demás se da siempre cierto defecto; sin embargo, el mal en éste se toma de la perfección a la que desordenadamente se aspira[33]
Efectivamente, la soberbia tiende a lo excelso[34], pero sin un “pequeño detalle”: la rectitud. 
Se distingue de la vanidad o vanagloria(la más afín a aquélla[35]), es decir, del amor a la gloria mundana[36], porque la primera es el deseo desproporcionado de cualquier gran realidad; la segunda, en cambio, tiende a la sola grandeza externa, la alabanza y el honor[37], es decir, a ser considerado superior a quien se es, pues así como el honor social es –según Aristóteles– el premio debido de la virtud, la soberbia busca ese honor pero sin virtud. La una es interna (latens in corde[38]), mientras que otra es una manifestación suya externa[39].
La soberbia se distingue de la avaricia en que la primera es descabelladamente ávida de bienes inmateriales, mientras que la segunda lo es de los sensibles. 
Se diferencia de la lujuria en que ésta engendra torpeza, mientras que la soberbia intentando “pasarse de lista” logra la peor ignorancia. 
De la gula, en que ésta tiende a lo fácil, mientras que la otra a lo arduo. 
De la envidia, en que ésta se entristece por el bien ajeno; en cambio, la soberbia se entristece por la carencia del bien propio que insensatamente desea. 
De la pereza, en que ésta –como dice el refrán castizo– “ni lava ni peina cabeza”, mientras que la soberbia es trabajosa, pues siempre anda maquinando cómo acrecentar el propio prestigio. 
La tentativa de justificación de estas actitudes es –según indica–
. Plural, pues unas veces se las tiende a disfrazar bajo el aspecto de la magnanimidad, otras, bajo el de audacia, ya que el soberbio pretende –aunque sin orden– aquello que le supera[40].
La caída del diablo según Gustave Doré.
Se presenta la soberbia, sobre todo, en dos frentes, y en ambos se parece a un tumor[41]maligno y con metástasis: en el de la ciencia, y en el del poder[42]. En cuanto a la ciencia, es bien conocido que ésta hincha[43], pues el que se cree que sabe, todavía no sabe como es debido.
Por lo que al poder respecta, dos son las posibles causas de soberbia:
La altura del status y las obras[44]. No es extraño, pues, que, sobre todo en una sociedad como la nuestra donde “mandar” y “obedecer” no significan exclusivamente “servir”, la soberbia se manifieste en el sentirse “señor” del cargo en vez de “administrador” del mismo[45]. Santo Tomás añade que este defecto afecta sobremanera a la juventud[46]. Con todo, no es sólo un problema de gente joven, pues con el paso de los años este defecto parece volverse tan acrisolado y retorcido como encubierto. También declara que incide más en las personas públicas que en las privadas[47].
Seguidamente se intentan rastrear tres ámbitos de este defecto. Se atiende,
en primer lugar, a la soberbia para consigo mismo;
en segundo lugar, para con los demás
y, por último, con referencia a Dios.
El Ángel Caído, de Alexandre Cabanel (1823 - 188)
SOBERBIA PERSONAL
Para consigo mismo la actitud soberbia lleva al convencimiento de que sin el propio criterio y experiencia difícilmente se acierta en un tema o se realiza algo con corrección. 
Manifestaciones suyas son la arrogancia y la jactancia[48]: 
La primera, porque se siente pagado de sus propios éxitos por encima de su objetiva valía
La segunda, que puede ser de cualidades que no tiene o que tiene, porque es un afecto interno derivado del propio aprecio[49]
Otra expresión suya es la pertinacia en el propio parecer[50].
Otras veces lo es la rotundidad con que afirma un criterio, incluso aunque con el paso del tiempo (y no mucho) tal juicio cambie hasta el punto de afirmar –con la misma determinación– lo mismo que antes se negaba. Algunas, lo es la ambición[51].
 
(Narciso, Caravaggio, pintura al óleo)
MANIFESTACIONES DE SOBERBIA PERSONAL DISTINTAS A LAS PRECEDENTES
Son el suponer que no puede aprender de los demás[52], la lectura de textos más por curiosidad[53] o por crítica que por aprender y salvar la parte de verdad que contienen, pues ningún hombre, aún sabio, debe rechazar la doctrina del menor[54].
Otra, la de callarse el error grave y perjudicial de un autor, cuando se debe y ante quienes es debido, so capa de que se tiene cierta preferencia o sintonía con él.
. También lo es la perseverancia en el error, pues todo yerro es causado por la soberbia[55].
. Es propenso a ensoberbecerse quien, siendo de condición humilde y sin experiencia de gobierno, es elevado a algún cargo[56].
SOBERBIA PROPIA
Es sobre obre todo, creer que el sentido del ser personal que se es coincidente con el del yo que uno se ha forjado con sus títulos y curriculum y con el que barniza su mirada y actuación, o sea, su entera vida. Si alguien se obceca en la afirmación de su propio yo, va perdiendo de vista su sentido personal, la mayor donación creatural que ha recibido. En efecto, como enseña Polo, “lo peor para el ser personal es aislarse o ensober­becerse, pues el egoísmo y la soberbia agostan el ser donal”[57]. En el fondo, para captar el sinsentido de la soberbia, tal vez valga la pregunta del libro de la Sabiduría: “¿De qué nos ha servido la soberbia?”[58], pues si por ella agoniza el propio ser personal, tras su pérdida ¿qué se podrá ganar?
Óleo sobre tabla Siglo XV - Pintor El Bosco
La Soberbia, el deseo de ser más importante que los demás, es uno de los principales pecados y lo identificada como una joven vanidosa con un ridículo tocado que absorta en el reflejo del espejo no se da cuenta que éste lo sujetan los demonios
Hieronymus Bosch
Jheronimus Bosch (cropped).jpg
Retrato de El Bosco atribuido a Jacques Le Boucq, hacia 1550.
Información personal
Nombre de nacimientoJeroen van Aeken
NacimientoCirca 1450
BolduqueDucado de Brabante
FallecimientoAgosto de 1516
Bolduque
NacionalidadNeerlandesa
Información profesional
ÁreaPintor
FirmaBosch-signature.svg
SOBERBIA RESPECTO DE LOS DEMÁS
Para con los demás, la soberbia lleva a considerarse superior a los otros en demasiados aspectos[59], lo cual acarrea la sospecha respecto de la capacidad ajena. No lo es, en cambio, considerarse superior en algún aspecto[60]. La soberbia es, obviamente, contraria al amor al prójimo en cuanto que alguien se prefiere desordenadamente a sí mismo frente los demás y se substrae a su sujeción[61]. Manifestaciones físicas de este defecto son el andar con el cuello erguido[62] y tener miradas altivas[63], indiferentes o, incluso, apartar la vista. También lo es la discordia[64] debida a la diversidad de pareceres, pues el orgulloso no favorece la libertad ajena, sino que tiende a uniformar según su unidirecional criterio. La soberbia promueve asimismo la injuria[65], pues tras solidificar una concepción tan fijista como rebajada de demás; se tiende a ponerles etiquetas cuyo adhesivo tiene la rara virtualidad de ser tan fuerte y permanente como los juicios severos de que nace[66]. Tales motes constituyen un jocoso método de difamación. También nacen de la soberbia el susurro o la torcida insinuación y la lengua doble[67]
Asimismo, el orgulloso se inclina facilmente a airarse, incluso por nimiedades, cuando algo contraría su voluntad[68]. Soberbia es también cometer claras injusticias a los inferiores sin repararlas ni pedir perdón por ellas, pues este defecto es de tan gran mole que fácilmente, y casi inadvertidamente, deprime la justicia[69]; también lo es el padecerlas guardando permanente rencor al agresor. Lo es el no ver compañeros sino subordinados; el fijarse más en los ajenos defectos que en sus virtudes; el inteto de controlar en concreto el trabajo de los demás, siendo el propio inmune a todo control[70]; el aparentar interés ante la presencia de otros cuando en realidad no se ven sino personas que molestan los propios intereses y llevan a perder el tiempo (hipocresía, en román paladino); la ingratitud de fondo (aunque se cuide la forma) ante un servicio o trabajo prestado[71]; la crítica cuando no pretende ser construtiva; el negarse a desempeñar tareas “inferiores” y el excusarse ante las justas correcciones que se nos hacen, de las que, a veces, se siguen incluso escándalos[72], o el evadirse ante las ayudas que nos piden y buenamente podemos ofrecer[73]. Lo es, desde luego, el abuso de poder (es decir, "poner bozal al buey que trilla"); el inmiscuirse autoritariamente en asuntos ajenos que no nos atañen directamente[74]. También el preguntar no para aprender, sino para poner en un brete al ponente; el objetar no para ayudar, sino para hacer valer la propia opinión. Lo es asimismo todo lo que provoca nuestra separación de los demás[75], aunque bien es verdad que hay que ser más amigo de la verdad que de cualquiera. Lo es laprecipitación en las decisiones de gobierno[76]; la pérdida de tiempo en asuntos insignificantes[77]; pensar que los demás están a nuestro servicio, no al revés (en rigor, preguntar ¿quién es mi prójimo?, en vez de: ¿de quién soy prójimo?[78]). Es soberbia, para quien tiene la capacidad de dirigir sirviendo, eludirla y separarse de los demás[79].
Manifestación de este defecto es la desobediencia por parte de quienes ocupan cargos inferiores[80], el desprecio del mandato[81], el realizar algo indebido fuera de lo prescrito[82]. Es muestra de orgullo por parte de los superiores el extralimitarse mandando algo fuera de lo debido, el sentirse “intocables”, no menos que “vacas sagradas” de las castas superiores, que no se sienten subditos porque a nadie consideran superior[83]. Es orgullo el desprecio(máxime sin justificación racional) de cualquier otra opinión, parecer, ajeno. Otra muestra es eljuicio temerario sobre asuntos inciertos y realidades futuras[84]. Y otras, la indignación[85], eldesdén hacia el consejo ponderado ajeno[86], etc.
La soberbia se puede manifestar en una afectada seriedad en el decir, de modo que el lenguaje no es directo y amable, sino seco y similar al de una partida de ajedrez. La actuación suele estar acompañada de una conducta formalista, opuesta a la alegría y sencillez que deben caracterizar la vida corriente corriente. Tal acartonada gravedad comporta, no pocas veces, un trato duro para con las demás personas, incluso dictatorial. Ésta derivada rigidez[87]lleva a mostrarse no sólo susceptible ante cualquier comentario ajeno, sino también a pasar rápidamente a estar a la defensiva, e incluso a ser agresivo. Con todo, tal dureza pierde la savia de la felicidad[88]. Otro fruto del orgullo intelectual es el distancimiento respecto de los demás, en especial de los inferiores. Su consecuencia en ellos es la falta de confianza, y es claro que donde ésta escasea, al final el bien común no comparece. Si alguien es el sujeto paciente –sufriente– de algunas de las precedentes actitudes que caracterizan a ciertos agentes, debe estar muy agradecido, pues debe verlas como grandes ayudas para intentar ser humilde.
SOBERBIA RESPECTO DE DIOS
Para con el ser divino la soberbia cierra progresivamente la apertura ínsita a él en el corazón humano. En efecto, la intimidad personal humana está abierta natural y sobrenaturalmente a la realidad personal divina que le transciende; el yo, en cambio, se abre siempre a lo inferior a él. Por tanto, una vida engreida, centrada en el yo, tiende a perder de su horizonte existencial a Dios. En el fondo, si el yo recaba su propia finitud, tal pretensión favorece el ateísmo[89]. Para Agustín de Hipona, la soberbia no es más que una perversa imitación de Dios[90], al único que se le debe la gloria y el agradecimiento por todo. En este sentido, la mayor muestra de este defecto es adscribrise a sí los bienes que se tienen[91]. En cambio, para Tomás de Aquino, negar a Dios es mayor soberbia que pretender ser como él[92]. En esa situación no se pierde, desde luego, la “idea” de Dios, pero el trato “personal” con él se torna, primero oneroso, y luego desaparece, puesto que Dios no es una “idea”, y nadie en su sano juicio está dispuesto a tratar personalmente con ideas.
La actitud humana que precede a esta situación es, sin duda, la infidelidad[93]. Una manifestación de este defecto es la presunción[94], que concibe a Dios, más que como un Padre, como una achacosa abuela de ojos ciegos para con los delitos del nieto; en el fondo, un abuso de la misericordia divina[95]. Otra expresión en esta misma línea es la de reuhir laveneración debida a Dios, que puede llegar incluso a la blasfemia[96]. Se ha indicado que la soberbia es la fuente de todo mal. Ahora cabe añadir que el inicio de ésta es el apartarse de Dios[97]. Bien mirado, la soberbia es la secularización del honor divino, es decir, una ambición secular[98]. En suma, soberbia es hacer la propia voluntad, no la divina[99].
La aversión a Dios que este defecto provoca es distinta a la que provocan los demás vicios, pues en aquéllos uno se separa del ser divino bien por debilidad o bien por cierta ignorancia, mientras que en éste el rechazo se produce por el hecho de que no se le quiere aceptar, ni a él ni a sus mandatos. De otro modo: los demás vicios huyen de Dios, pero la soberbia se enfrenta a él[100]. Visto positivamente: respecto de Dios, del hombre, más que decir que “tiene” esperanza es mejor decir que la “es”. Ahora bien, si la soberbia comporta un alterado deseo de propia excelencia, será contraria a la esperanza personal humana. Tomás recoge una Glosa medieval en la que se añadía que si bien este defecto es lo que más pronto aparta de Dios, también es lo que más tarda en volver a él[101]. Por lo demás, si las criaturas dependen libre y esperanzadamente de Dios, no es extraño que quien se opone al ser divino rechace también a los demás[102].
ANTÍDOTOS
Al terminar de describir este defecto y algunas de sus manifestaciones se debe dar cierta pauta de solución. En general, a cualquier persona afectada en mayor o menor medida por este grave mal le viene bien el dolor y la enfermedad, pues esta excesiva seguridad profesional amparada en los estamentos es fácilmente vulnerable, ya que la debilidad humana aparece en la vivencia de cualquier dolencia, la cual acaba afectando a todos. En efecto, como advierte Polo, “el dolor suspende la soberbia de la vida, el envanecimiento y la orgullosa segu­ridad en la propia eficiencia y capacidad para establecerse y moverse en un orden regular y suficiente, y así deja patente, sin trabas ni enmascaramientos, la necesidad e indigencia de la existencia humana en medio del éxito mundano”[103].
Pero si alguien no desea esperar a la llegada de la enfermedad para combatir este mal interno, se le puede aconsejar que, si la soberbia es respecto de sí, tenga piedad de sí misma, no vaya a ser que intentando, con denodado esfuerzo, forjar un yo más o menos exitoso en un contexto sociocultural determinado, no persista en la progresiva búsqueda de su propio sentido personal novedoso e irrepetible y lo acabe perdiendo. En cuanto a la faceta de este viciorespecto de los demás, cierta medicina que la combate bien es el temor al oprobio e ignonimia[104] cuando –como en el caso de los políticos– devienen públicas sus culpas. Otra, el pedir favores a otros[105]. Y por lo que se refiere al orgullo frente a Dios, es remedio el temor a la réplica divina, pues el mal siervo, entenebrecido su corazón por la soberbia, no sabe qué hará con él su señor[106].
CABE INDICAR TAMBIÉN COMO BUENOS TRATAMIENTOS CONTRA LA SOBERBIA LOS SIGUIENTES
A nivel personal, advertir que los más sabios son personas sencillas[107].
A nivel racional, el estudio; a nivel lingüístico y de hechos, la modestia en el hablar y en el hacer[108], pues la humildad suena en la voz y, en mayor medida, en el silencio.
SEIS (6) PASOS PARA DETECTAR SI ERES UNA PERSONA SOBERBIA según Christopher Barquero.
Es periodista, productor y conductor de televisión costarricense radicado en México. Trabaja para la cadena Televisa y es colaborador del programa Showbiz de CNN En Español. También dirige su propia agencia de relaciones públicas y mercadeo. Christopher es CoachPersonal, dedicado a impartir sesiones de Life Coach, Coach Ejecutivo y Empresarial. Es ferviente seguidor de las filosofías para el desarrollo, crecimiento personal y espiritual del ser humano, así como todo lo relacionado con la inteligencia emocional, autoayuda, meditación, metafísica, alimentación, ejercicio y yoga. Actualmente escribe su primer libro, una guía para el bienestar emocional, físico y espiritual.
LA SOBERBIA es vivir uno mismo creyéndose mejor que los demás. Una persona orgullosa, soberbia y arrogante, es aquella que tiene un exceso de autoestima y menosprecia a los demás. Alardea incluso de características que carece. Generalmente es la gente que tiene más, es decir, posee un alto cargo en su trabajo, goza de una economía abundante, creen que lo logran por si solos no reconocen que algo superior, Dios, es quien les ha concedido todo, en cierto modo, se creen dioses.
Para entender mejor, te comparto algunas características de las personas soberbias, las cuales te ayudarán a analizar si andas transitando ese camino o si para nada el tema tiene que ver contigo.
1. DESEO COMPULSIVO POR SOLICITAR PIROPOS O ALABANZA DE LA GENTE
Son personas que están buscando y desean con anhelo tener reconocimiento, distinción, alabanzas por parte de los demás. Se pasan buscando que los demás les admiren y les hagan ver todo lo que han logrado y todo lo que tienen. Y acá muchas veces los demás caen el punto de querer obtener algún beneficio de esa persona, incluso hay quienes se prestan a alabar a alguien con tal de decirse su "amigo" porque eso les abre puertas. 
Una cosa es que tengas el talento para algo y otra que los demás te digan algo para congraciarse contigo. 
Por lo general son personas que dicen: 
- "qué bueno que soy en esto"
- "nadie como yo"
- "tengo un cuerpo espectacular"
- "soy tan inteligente"
y situaciones parecidas. 
Están buscando que les digan: "qué bien que te ves", "qué bien que lo haces".
2. TE LA PASAS HABLANDO DE TUS LOGROS Y ÉXITOS
Todos tenemos dones y talentos que se nos fueron dados. Hay quienes los usan, mientras que otros ni se apuran por descubrirlos o no los trabajan, pero hay otros que se la pasan haciendo un recuerdo y no de los daños, como diría Gloria Trevi, sino de todos sus logros. Son esas personas que se te la pasan diciendo:
- "es que tengo tal cosa"
- "viste lo que me compré"
- "vengo llegando de...". 
Aún así lo tengas, no es necesario que lo estés diciendo, se nota y punto. 
Cuando les hablas más de ti, de lo que eres, de todo lo que logras, a los demás, eres soberbio. 
Lo que tienes no es para competir. Pero, hay muchas personas que viven en plena competencia por lo que los demás poseen, logran, dicen o hacen. Y créeme -por experiencia propia- eso de andarse comparando es complicado. 
Cuando esto ocurre, tratas de ver a todos por debajo de ti y haces sentir mal a los demás, bueno, a quienes eligen sentirse menos, cuando te dedicas a sacarles los ojos con tus logros.
Cuando miro atrás, por ejemplo, en lo personal, recuerdo parecer un marinero contando sus historias, anclado en decirles a todas las personas qué había logrado y hasta dónde había llegado. Casi era una réplica de aquél personaje de la telenovela "Café con Aroma de Mujer", que se empeñaba en decirles a todos, que aunque estaba de secretaría, ella había cursado "seis semestres de finanzas en la San Marino". En mi caso era: "yo tal cosa, yo tal otra, yo esto y yo aquello". Qué pena, pero qué bendición es poder hoy reconocerlo y haberlo superado. Valgo por quien soy, no por lo que tengo, ando, visto, gozo o he logrado, porque además nada ha sido si no más que la obra de Dios en mi vida.
3. SIEMPRE DESEAS TENER EL CONTROL
Esto cobija a todas las personas que desean controlar a los demás, que no aceptan que cada quien tenga su propia opinión o un gusto diferente. Quieren que la gente sea a su imagen y semejanza, que piensen como piensan, que hagan o digan lo que él haría o diría. Son aquellas personas que deciden por los demás, casi son como dictadores porque no aceptan nada que no sea lo que ellos imponen: si van al cine es la película que ellos eligen, le dicen a las personas cómo vestir, qué poner, ellos eligen a dónde comer, qué tipo de carro, qué deben comprar los demás y así. Claro está para que esto suceda la persona debe ser sumisa o insegura a tal modo que permite una manipulación de ese tipo. Así que mucho ojo, ¡aguas! por ambas partes.
4. REGOCIJARSE POR EL FRACASO DE OTROS Y RESENTIRSE POR EL ÉXITO DE LOS DEMÁS
Así de simple, otra de las señales de que somos arrogantes, soberbios y orgullosos es cuando las personas se alegran del mal ajeno, de lo mal que la están pasando los demás. "Qué bueno que le pasó eso", "bien merecido que se lo tenía", "algo habrá hecho para merecerse eso", "cosechas lo que siembras", "cada quien su vida", son algunas frases típicas para identificar a estas personas. Son aquellas personas que se regocijan si alguien fracasa y se alegran cuando a alguien le va mal, hacen leña del árbol caído.
Quién no haya caído en esto, me supongo que no es de este mundo, porque hasta la persona más buena creo que en algún momento aunque no lo haya dicho, de pensamiento ha juzgado a otro, es inevitable somos seres humanos y para algunos eso, es deporte.
5. DESEO DE DEFENDERSE DE LA CRÍTICA
Si yo tuve todo lo anterior, acá desarrollé maestría, en mis tiempos de soberbia y por años (gracias a Dios ya no) me excusaba de todo, no reconocía mis errores, siempre trataba de tener una explicación o de encontrar un culpable para cuando me equivocaba y buscaba la forma de convencer a los demás con justificaciones. No tenía la capacidad de analizar la crítica para al menos discernir si porqué había surgido esa llamada de atención y si en algo podía sacar provecho de eso, que me aportara. No era capaz de recibir corrección. Así que si tú eres así, eres soberbio.
6. TE CUESTA PEDIR PERDÓN
Una persona que ha permitido que la soberbia habite en su vida, no reconoce que se ha equivocado, por eso a veces, las bendiciones que la vida le tiene se demoran, porque ofende, se equivoca y no pide perdón, lastima corazones, destrozamos a algunas personas con nuestros actos o palabras y no pedimos perdón y por eso de pronto no logran lo que desean o a pesar de tener todo lo material que desean no gozan de una vida plena, de paz interior. Hay que ser humildes y pedir perdón pero ante todo, perdonarnos a nosotros mismos porque es así como reconocemos y aceptamos nuestras culpas. Casi siempre es más valioso el perdón a nosotros mismos que el ajeno.
Conociendo estas características que describen perfectamente a una persona soberbia, orgullosa, arrogante, tienes dos caminos para abandonar este patrón de conducta que has venido quizás por años teniendo: o le bajas unas cuantas rayitas y emprendes un cambio en tu vida reconociendo y haciendo todo lo contrario a lo descrito anteriormente o la vida en algún momento te dará un trancazo para lo asumas. Como bien dijo Francisco De Quevedo: 
."La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió". 
Francisco de Quevedo, Madrid, Instituto Valencia de Don Juan (Madrid).
La soberbia y la vanidad no sirven de nada. Bien dijo Salomón que "donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; pero donde hay humildad, habrá sabiduría".
O como dijo San Agustín: 
San Agustín - Retrato de Philippe de Champaigne
. "La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano".
PSICOLOGÍA DE LA SOBERBIA
La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio - Por: Dr. ENRIQUE ROJAS | Fuente: serpersona
La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas más características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, situarse por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal.
Hay dos tipos de soberbia; una que es vivida como pasión, que comporta un afecto excesivo, vehemente, ardoroso, que llega a ser tan intenso que nubla la razón, pudiendo incluso anularla e impedir que los hechos personales se vean con una mínima objetividad. La otra es percibida como sentimiento cursa de forma más suave y esa fuerza se acompasa y la cabeza aún es capaz de aplicar la pupila que capte la realidad de lo que uno es, aunque sólo sea en momentos estelares. Entre una y otra deambula la soberbia, transita, circula, se mueve y según los momentos y circunstancias hay más de la una o de la otra.
La soberbia es más intelectual y emerge en alguien que realmente tiene una cierta superioridad en algún plano destacado de la vida. Se trata de un ser humano que ha destacado en alguna faceta y sobre una cierta base. El balance propio saca las cosas de quicio y pide y exige un reconocimiento publico de sus logros. Para un psiquiatra , estamos ante lo que se llama una deformación de la percepción de la realidad de uno mismo por exceso.
Ante la soberbia dejamos de ver nuestros propios defectos, quedando éstos diluidos en nuestra imagen de personas superiores que no son capaces de ver nada a su altura, todo les queda pequeño. Hay una gradación entre las tres estirpes, soberbia-orgullo-vanidad, que van de más a menos intensidad, tanto en la forma como en el contenido. Entre la soberbia y el orgullo hay matices diferenciales, aunque el “ritornello” que se repite como denominador común puede quedar resumido así: apetito desordenado de la propia valía y superioridad. Es una tendencia a demostrar la superioridad, la categoría y la preeminencia que uno cree que tiene frente a los de su entorno. En general estos dos conceptos se manejan como términos sinónimos, aunque se pueden espigar algunas diferencias interesantes.
La soberbia es más cerebral, se da en alguien que objetivamente tiene una cierta superioridad, que realmente sobresale en alguna faceta de su vida. Facetas concretas de su andadura tienen un relieve que las realzaba sobre los demás. Hay una evidencia por la que puede ser tentado por la soberbia, no necesitando del halago de los otros y haciendo él mismo su propio y permanente elogio de forma clara y difusa, rotunda y desdibujada, a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella. Sus manifestaciones son más internas y privadas, aunque pueden ser observadas por una atmósfera grandiosa que él crea sobre su persona y además, a través de sus máscaras; hay arrogancia, altanería, tono despectivo hacia los demás, que se mezclan con desprecio, desconsideración, frialdad en el trato, distancia gélida, impertinencia e incluso, tendencia a humillar. Otras veces, esas máscaras son de una insolencia cínica, mordaz, con un ritintín de magnificencia que provoca en el interlocutor un rechazo frontal. En los casos algo más leves, baja la hoguera del engreimiento y entonces la relación personal se hace más soportable.
El orgullo es más emocional. Es una alta opinión de uno mismo mediante la cual la persona se presenta con una superioridad y un aire de grandeza extraordinario. Puede ser lícito y hasta respetable. Decía Luis Vives que «es un amor a uno mismo por méritos propios». Puede ponerse de manifiesto en circunstancias positivas, en donde el lenguaje coloquial se mezcla con hechos e intenciones. En esos casos dimana de causas nobles y puede ser hasta justo. El orgullo de ser un buen cirujano, un buen padre, un excelente poeta, ser de una región concreta de un país... Todo esto está dentro de unos límites normales. Puede encuadrarse en el reconocimiento a una labor bien hecha.
La palabra vanidad procede del latín “vanitas,-tatis”, que significa falto de sustancia, hueco, sin solidez. Se dice, también, de algunos frutos cuyo interior está vacío, en donde sólo hay apariencia. Mientras la soberbia es concéntrica, la vanidad es excéntrica. La primera tiene su centro de gravedad dentro, en los territorios más profundos de la arqueología íntima. La segunda es más periférica, se instala en los aledaños de la ciudadela exterior. La soberbia es subterránea. La vanidad está en la pleamar del comportamiento. En la soberbia uno tiene una enfermedad en el modo de estimarse uno a sí mismo, en una pasión que tiene sus raíces en los sótanos de la personalidad en donde brota el error por exceso de autonivel. En la vanidad la estimación exagerada procede de fuera y se acrecienta del elogio, la adulación, el halago, la coba más o menos afectada y obsequiosa que lleva a dilatar alguna faceta externa y que de verdad tiene un fondo falso, porque no contempla más que un segmento de la conducta.
En la soberbia y en la vanidad hay una sublevación del amor propio que pide un reconocimiento general. La primera es mas grave, porque a ella se suele añadir la dificultad para descubrir los defectos personales en su justa medida y apreciar las cosas positivas que hay en los demás, al permanecer encerrado en su geografía ampulosa.
Se pueden distinguir dos modalidades clínicas de la soberbia, entre las cuales cabe un espectro intermedio de formas soberbias. Una es la soberbia manifiesta que es notarial y que se la registra a borbotones, con una claridad absoluta, lo cual suele ser poco frecuente. Hay petulancia y presunción. La otra es la soberbia enmascarada, que es la más habitual y que se camufla a “soto voce” por los entresijos de la forma de ser y que es más propia de las personas inteligentes y teniendo un sentido amplio y desparramado que asoma, se esconde, salta y bulle y revolotea por su mundo personal. ¿Cuáles son estos síntomas? Voy a resumirlos esquemáticamente:
1.- Aire de suficiencia que refleja un bastarse a sí mismo y no necesitar de nadie. Engreimiento que esculpe y hace hierático el gesto y lleva al hábito altanero.
2.- La borrachera de sí mismo tiene su génesis de una zona profunda e íntima donde se elabora esa superioridad. Las manifestaciones más relevantes son: 
  • susceptibilidad casi enfermiza para cualquier crítica con un cierto fundamento; 
  • gran dificultad para pasar desapercibido; 
  • tendencia a hablar siempre de sí mismo, 
  • si éste no es el tema central de conversación, enseguida decae su interés en la participación y el diálogo con los demás; 
  • desprecio olímpico hacia cualquier persona que aflore en su cercanía y de la que se pueda oír alguna alabanza. 
Esta embriaguez puede disfrazarse de los más variados ropajes.
3.- La soberbia entorpece y debilita cualquier relación amorosa. Cuando alguien tiene un amor desordenado a sí mismo como el descrito, es difícil darse a otra persona y poner los sentimientos y todos sus ingredientes para que esa relación se consolide. Esto hace casi imposible la convivencia, volviéndola insufrible, pues reclama pleitesía, sumisión, acatamiento y hasta servilismo. No podemos olvidar, que para estar bien con alguien, para establecer una relación de convivencia estable y que funcione hace falta estar primero bien con uno mismo.
4.- En la soberbia se hospeda una obsesión exagerada por uno mismo, que ha ido conduciendo a una excesiva evaluación del propio mérito. Y afloran términos como alardear, jactarse, vanagloriarse.
Lo contrario de la soberbia es la humildad. Todo el edificio de la persona equilibrada se basa en una mezcla de humildad y autoestima. La una no está reñida con la otra. Una persona que reconoce sus defectos y lucha por combatirlos y a la vez, tiene confianza y seguridad en sus posibilidades.
Entre la soberbia, el orgullo y la vanidad hay grados, matices, vertientes y cruzamientos recíprocos. Por esos linderos se suele acabar en el narcisismo, patrón de conducta presidido por el complejo de superioridad, la necesidad enfermiza de reconocimiento de sus valías por parte de la gente del entorno y la permanente autocontemplación gustosa.
Lasch, en su libro La cultura del narcisismo, dice que en la cultura americana éste es un emblema de nuestro tiempo. Freud puso de moda este término, recordando a la planta del narciso, que crece a orillas de los estanques y se mira en el espejo que el agua le ofrece. Lipovetsky, en su obra La sociedad perdida, habla del interés desmedido por la propia imagen: por la personalidad, por el cuerpo y sus partes descubiertas (la cara y las manos) y por la necesidad de aprobación de los demás que tienen este tipo de personas. El análisis se complica más de lo que quisiéramos y hay un terreno magnético e imantado entre estas tres estirpes mencionadas.
Sólo el amor puede cambiar el corazón de una persona. Cuando hay madurez, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los defectos ni se exalta en los logros. Y a la vez, sabe detenerse en todo lo positivo que observa en los que le rodean. Saber mirar es saber amar. A lo sencillo se tarda tiempo en llegar.
Enrique Rojas es catedrático de Psiquiatría.
Notas Referenciales
[1] “Sólo la soberbia y la envidia son pecados puramente espirituales, que pueden competer a los demonios”. Tomás de Aquino, S. Theol., I, q. 63, a. 2 ad 2.
[2] Cfr. S. Theol., II-II, q. 36, a. 4 co.
[3] “La acedia es cierta tristeza por la que el hombre se vuelve tardo para los actos espirituales debido a labor corporal… y así es claro que sólo la soberbia y la envidia son pecados puramente espirituales”. S. Theol., I, q. 63, a. 2, ad 2.
[4] Lc., XVIII, 11.
[5] Cfr. Super Psalmo, 7, n. 1.
[6] Cfr. Super Psalmo, 18, n. 9.
[7] Cfr. Super II Tim., cap. 2, l. 4.
[8] Cfr. S. Theol., II-II, q. 162, a. 1, ad 1.
[9] Cfr. De malo, q. 8, a. 2, ad 15. 
[10] Cfr. Super Sent., lib. II, d. 21, q. 2, a. 3 expos.
[11] “Se dice que la soberbia es el amor de la propia excelencia en cuanto que la desordenada presunción de superar a los demás es causada por ese amor”. S. Theol., II-II, q. 162, a. 3, ad 4.
[12] “Hay que considerar que cualquier excelencia sucede a algún hábito bueno”. S. Theol., II-II, q. 162, a. 4 co.
[13] Cfr. S. Theol. II-II, q. 162, a. 2, ad 4.
[14] Cfr. Super Mt. (rep. Leodegarii Bissuntini), cap. 18, l. 1.
[15] Cfr. Super Sent., lib. II, d. 5,, q. 1, a. 3 co.
[16] “Gregorio (San), no puso a la soberbia como especial cabeza de los vicios, sino como cabeza universal de todos, y la llamó reina de todos los vicios”. Super Sent., lib. II, d. 42, q. 2, a. 5 expos.
[17] “Los fines de todos los vicios se ordenan al fin de la soberbia”. S. Theol., II-II, q. 132, a. 4 co. Cfr. También: De malo, q. 8, a. 1, ad 1.
[18] Cfr. De malo, q. 8, a. 2 co.
[19] Cfr. De malo, q. 8, a. 2, ad 7.
[20] Cfr. S. Theol. II-II, q. 162, a. 3 co; De malo, q. 8, a. 3 co.
[21] Cfr. S. Theol., II-II, q. 162, a. 3, ad 1.
[22] “La humildad tiende a la regla de la recta razón según la cual alguien tiene una verdadera estimación de sí. Pero la soberbia no tiende a esta regla de la recta razón”. S. Theol., II-II, q. 162, a. 3, ad 2.
[23] Prov. XI, 2.
[24] “Así como la humildad es el principio de la sabiduría, así la soberbia es su impedimento”. Super Iob, cap. 15.
[25] “Otro es el conocimiento de la verdad afectiva. Y la soberbia impide el conocimiento de tal verdad, ya que los soberbios, mientras se deleitan en la propia excelencia, fastidian la excelencia de la verdad”. S. Theol., II-II, q. 162, a. 3. ad 1. 
[26] “La soberbia… ocluye los ojos de la mente”. Super Sent., lib. II, d. 21, q. 2, a. 1, ad 1.
[27] Cfr. Catena in Mt., cap. VI, l. 14.
[28] Cfr. S. Theol. II-II, q. 162, a. 2 co.
[29] Ef., IV, 14.
[30] Cfr. Super Sent., lib. III, d. 33, q. 2, a. 1, qc. 4, ad 3.
[31] Cfr. De malo, q. 8 a. 2 ad 1.
[32] Cfr. Super Iob, cap. 40.
[33] Cfr. Super Sent., lib. II, d. 22, q. 1, a. 1 co.
[34] Cfr. Super Sent., lib. IV, d. 49, q. 1, a. 3, qc. 4, ad 2.
[35] Cfr. De malo, q. 9 a. 3 ad 1.
[36] Cfr. C. Gentiles, lib. IV, cap. 55, n. 19.
[37] Cfr. Super Sent., lib. II, d. 42, q. 2, a. 4 co.
[38] S. Theol., II-II, q. 170, a. 2, ad 1
[39] Cfr. S. Theol., II-II, q. 162, a. 8, ad 2.
[40] Cfr. Super Sent., lib. III, d. 33, q. 3, a. 2, qc. 3, ad 2.
[41] In Ethic., lib. IV, l. 15, n. 16.
[42] Cfr. S. Theol., I-II, q. 98, a. 6 co.
[43] I Cor., VIII, 1. Cfr. De substantiis separatis, cap. 20 co.
[44] Cfr. Super II Cor., cap. VI, l. 2.
[45] Cfr. Super II Cor., cap. VI, l. 2.
[46] Cfr. Super Psalmo, 24, n. 6.
[47] Cfr. Quodlibet X, q. 6, a. 3 co.
[48] Cfr. S. Theol. II-II, q. 112, a. 1, ad 2. Cfr. también: Ibid., II-II, q. 132, a. 5, ad 1; De malo, q. 8, a. 4 co.
[49] Cfr. De malo, q. 8, a. 4, ad 3.
[50] Cfr. De malo, q. 8, a. 1, ad 7; Super I Cor., cap. XI, l. 4.
[51] Cfr. Super I Cor., cap. XIII, vs. 4; Super I Cor., cap. XIII, l. 2.
[52] Cfr. Super Io., cap. IX, l. 3.
[53] Cfr. Compendium theologiae, lib. I, cap. 190 co.
[54] Cfr. Super Io., cap. 9, l. 3.
[55] Cfr. Super Io., cap. 4, l. 2.
[56] Cfr. Catena in Io., cap. IV, l. 2.
[57] Polo, L., Antropología trascendental, I. La persona humana, Pamplona, Eunsa, 2ªed., 2003, 95.
[58] Sap., V, 8. 
[59] “Superbi frequenter alios se superiores in multis aestimant”. Super Sent., lib. II, d. 21, q. 2, a. 1, ad 1.
[60] Cfr. S. Theol., II-II, q. 33, a. 4, ad 3.
[61] Cfr. S. Theol., II-II, q. 162, a. 5, ad 2.
[62] Super Isaiam, cap. III, l. 3.
[63] Cfr. S. Theol. II-II, q. 161 a. 2 ad 1.
[64] Cfr. S. Theol., II-II, q. 37, a. 2, ad 1.
[65] “(La soberbia) dispone a la contumelia, en cuanto que aquellos que se consideran superiores, facilmente injurian a otros y les proppalan injurias”. S. Theol., II-II, q. 72, a. 4, ad 1. 
[66] Cfr. S. Theol. II-II, q. 33, a. 5 co.
[67] Cfr. Super II Cor., cap. 12, l. 6.
[68] Cfr. S. Theol., II-II, q. 72, a. 4, ad 1.
[69] Cfr. Catena in Lc., cap. 18, l. 2
[70] “Querer regular a otros, y que su voluntad no sea regulada por el superior, es querer sobresalir, y no en cierto modo no estrar sujeto, lo cual pertenece al pecado de soberbia”. S. Contra Gentiles, lib. III, cap. 109, n. 8. Cfr. también: S. Theol., I, q. 63 a. 2 co; Ibid., I-II, q. 84, a. 2, ad 2.
[71] Cfr. Super Sent., lib. II, d. 42, q. 2, a. 4, ad 5; S. Theol., II-II, q. 162, a. 4, ad 3.
[72] Cfr. De virtutibus, q. 3, a. 1, ad 16.
[73] Cfr. Super Gal., cap. 6, l. 1.
[74] Cfr. Super I Tim., cap. 6, l. 1.
[75] Cfr. Super Heb. (rep. Vulgata), cap. 10, l. 2.
[76] Cfr. Super Rom., cap. 11, l. 3.
[77] Cfr. Puer Jesus, pars 2.
[78] Cfr. Catena in Lc., cap. X, l. 9.
[79] Cfr. Super Heb., [rep. vulgata], cap. X, l. 2.
[80] Cfr. S. Theol. I, q. 63, a. 2 co.
[81] Cfr. S. Theol., II-II, q. 162, a. 2, ad 1.
[82] Cfr. Super Sent., lib. II, d. 5, q. 1, a. 3 co.
[83] Cfr. Super Iob, cap. 11.
[84] Cfr. Contra impugnantes, pars 5 cap. 2 co.
[85] Cfr. Super Isaiam, cap. 16.
[86] Cfr. Ibid.
[87] Cfr. Super Sent., lib. IV, d. 17, q. 2, a. 1, qc. 1 co.
[88] Cfr. In Ethic., lib. X, l. 13, n. 4.
[89] “La soberbia mira al pecado por parte de la aversión a Dios, de cuya sujeción a su precepto el hombre recusa”. S. Theol., I-II, q. 84, a. 2 co.
[90] Cfr. De Civitate Dei, l. XIX.
[91] Cfr. Tomás de Aquino, Super Mt. (rep. Leodegarii Bissuntini), cap. 10, l. 1.
[92] Por eso Tomás de Aquino enseña que “el pecado de los primeros padres no fue el más grave de todos los pecados humanos… pues mayor es la soberbia por la que alguien niega a Dios o blasfema, que la soberbia por la cual alguien apetece desordenadamente la divina semejanza, que fue el pecado de los primeros padres”. S. Theol., II-II, q. 163, a. 3 co.
[93] “La infidelidad, en cuanto que es pecado, nace de la soberbia, por la cual acontece que el hombre no quiere someter su intelecto a las reglas de la fe”. S. Theol., II-II, q. 10, a. 1, ad 3.
[94] Cfr. S. Theol., II-II, q. 21, a. 4 co.
[95] Cfr. Super Iob, cap. 24.
[96] Cfr. S. Theol., II-II, q. 158, a. 7, ad 1.
[97] Cfr. Ecco., X, 14. Cfr. en Tomás de Aquino: S. Theol., II-II, q. 162, a. 5 co; Ibid., q. 162, a. 7, ad 2; Super Psalmo, XIII, n.1; Super II Cor., cap. XII, l. 3; Super Rom., cap. V, l. 5.
[98] Cfr. Contra impugnantes, pars 2, cap. 1, ad 3.
[99] Cfr. Catena in Io., cap. 6, l. 5.
[100] Cfr. S. Theol., II-II, q. 162, a. 6 co.
[101] Cfr. S. Theol., II-II, q. 162, a. 7, ad 4.
[102] Cfr. De malo, q. 8, a. 2, ad 4.
[103] Polo, L., La persona humana y su crecimiento, Pamplona, Eunsa, 1977, 256.
[104] Cfr. Super Mt. (rep. Leodegarii Bissuntini), cap. 26, l. 5.
[105] Cfr. Contra impugnantes, pars 2, cap. 6 co.
[106] Cfr. Super Io., cap. 15, l. 3; Super Psalmo, 33, n. 10.
[107] Cfr. In Ethic., lib. X, l. 13, n. 4.
[108] Cfr. S. Theol. II-II, q. 161 pr.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Soberbia
https://es.wiktionary.org/wiki/soberbia
http://definicion.de/soberbia/
http://voces.huffingtonpost.com/christopher-barquero/arrogancia-soberbia_b_3982129.html
http://www.almudi.org/noticias-articulos-y-opinion/38-recursos/virtudes/virtudes-humanas/morales/9716-la-soberbia-segun-tomas-de-aquino
http://www.almudi.org/articulos/8151-La-carreta-vacia
http://es.catholic.net/op/articulos/22211/cat/430/psicologia-de-la-soberbia.html

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