AUDIENCIA GENERAL
Castelgandolfo
Miércoles 3 de agosto de 2011 (vacaciones en el
hemisferio norte)
La lectura de la Biblia, alimento del espíritu
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra veros aquí, en la plaza, en Castelgandolfo, y reanudar las
audiencias interrumpidas en el mes de julio. Quiero continuar con el tema que
hemos iniciado, es decir, una «escuela de oración», y también hoy, de un modo
algo diferente, sin alejarme del tema, aludir a algunos aspectos de carácter
espiritual y concreto, que me parecen útiles no sólo para quien vive —en
alguna parte del mundo— el período de vacaciones de
verano, sino también para todos los que están comprometidos en el trabajo
diario.
Cuando tenemos un momento de pausa en nuestras actividades, de modo
especial durante las vacaciones, a menudo tomamos en las manos un libro que
deseamos leer. Este es precisamente el primer aspecto sobre el que quiero
reflexionar. Cada uno de
nosotros necesita tiempos y espacios de recogimiento, de meditación, de calma…
¡Gracias a Dios es así! De hecho, esta exigencia nos dice que no estamos hechos
sólo para trabajar, sino también para pensar, reflexionar, o simplemente para
seguir con la mente y con el corazón un relato, una historia en la cual
sumergirnos, en cierto sentido «perdernos», para luego volvernos a encontrar
enriquecidos.
Naturalmente, muchos de estos libros de
lectura, que tomamos en las manos en las vacaciones, son por lo general de evasión,
y esto es normal. Sin embargo, varias personas,
especialmente si pueden tener espacios de pausa y de relajamiento más
prolongados, se dedican
a leer algo más comprometedor. Por eso, quiero haceros una
propuesta: ¿por
qué no descubrir algunos libros de la Biblia que normalmente no se conocen, o de
los que hemos escuchado algún pasaje durante la
liturgia, pero que nunca hemos leído por entero? En efecto, muchos
cristianos no leen nunca la Biblia, y la conocen de un modo muy limitado y
superficial. La Biblia —como lo dice su nombre— es una colección de libros, una
pequeña «biblioteca», nacida a lo largo de un milenio. Algunos de estos
«libritos» que la componen permanecen casi desconocidos para la mayor parte de
las personas, incluso de los buenos cristianos. Algunos son muy breves, como
el Libro de Tobías, un
relato que contiene un sentido muy elevado de la familia y del matrimonio; o el
Libro de Ester, en el
que esa reina judía, con la fe y la oración, salva a su pueblo del exterminio;
o, aún más breve, el Libro de
Rut, una extranjera que conoce a Dios y experimenta su
providencia.
Estos libritos se pueden leer por entero en una hora. Más comprometedores, y
auténticas obras maestras, son el Libro de Job, que afronta
el gran problema del dolor inocente; el Qohélet, que
impresiona por la desconcertante modernidad con que pone en tela de juicio el
sentido de la vida y del mundo; el Cantar de los Cantares,
estupendo poema simbólico del amor humano. Como veis,
todos estos son libros del Antiguo Testamento. ¿Y el Nuevo? Ciertamente, el
Nuevo Testamento es más conocido, y los géneros literarios son menos variados.
Pero conviene descubrir
la belleza de leer un Evangelio todo seguido, y recomiendo también los Hechos de los
Apóstoles o una de las Cartas.
En conclusión, queridos amigos, hoy quiero sugerir que tengáis
a mano, durante el período estival o en los momentos de pausa, la sagrada Biblia, para
gustarla de modo nuevo, leyendo de corrido algunos de sus libros, los menos
conocidos y también los más conocidos, como los Evangelios, pero en una
lectura
continuada. Si se hace así, los momentos de distensión pueden convertirse
no sólo en enriquecimiento cultural, sino también en alimento del espíritu, capaz de
alimentar el conocimiento de Dios y el diálogo con él, la oración. Esta parece ser una hermosa
ocupación para las vacaciones: tomar un libro de la Biblia, para
encontrar así un poco de distensión y, al mismo tiempo, entrar en el gran
espacio de la Palabra de Dios y profundizar nuestro contacto con el Eterno,
precisamente como finalidad del tiempo libre que el Señor nos da.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular a los grupos provenientes de España, México, Venezuela, Chile, Perú y
otros países latinoamericanos. Invito a todos, en este tiempo para muchos de
descanso, a escoger como lectura uno de los libros de la Biblia, descubriendo
así, poco a poco, la inmensa riqueza de este tesoro que es la Palabra de Dios.
Gracias por vuestra presencia y oración. Que el Señor vaya siempre con
vosotros.
© Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana
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