MARTA DE BETANIA. FIESTA EL DÍA 29 DE JULIO

Lucas 10, 38-42:

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada Maria, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: -«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: -«Marta, Marta, andas inquieta y agobiada con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no le será quitada.»

Contemplar, escuchar, ponderar, meditar, estudiar a Cristo es sin duda la actividad esencial. Hay muchas cosas importantes, pero esa es la única necesaria. Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6). Por Él, con Él y en Él han sido hechas todas las cosas y sin Él no ha sido hecho nada de lo que ha sido hecho (cf. Jn 1, 1-3). Él es el Verbo, Logos, o Palabra, Razón y Sentido de todo cuanto existe. Y se hizo hombre (Cf. Jn 1, 1-14). Por lo tanto, lo dicho no tiene vuelta de hoja.

Marta parece atrevida. Se permite reprochar al Maestro que consienta a María abandonar los trabajos que a ella, Marta, le tienen agobiada en el servicio. Todavía no está puesta la mesa como es debido. Maravillosa naturalidad en el trato, de amistad entrañable, con quien es «la luz verdadera que ilumina a todo hombre» (v. 9). Hemos hecho demasiado teatral a Cristo, decía Juan Ramón Jiménez. Es cierto. Él busca nuestra amistad sencilla y honda. Otro extremo sería desconocer su «gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (v. 14). Cada cosa a su tiempo: la adoración y la oración. La humildad profunda y la protesta confiada. La petición perentoria cuando haya muerto Lázaro y la certeza de la fe en la resurrección (cf. Jn 11, 24)

¿Qué le reprocha Jesús a Marta?

1) Que andaba inquieta y agobiada. Jesús no viene a agobiar: «Mi paz os doy» (Jn 14, 27). Hay que entenderlo de una vez por todas.

2) Que en ese momento no estaba en su sitio, con Él. Jesús sabe lo que hace, dónde hay que estar y qué es lo que toca en ese momento. Es preciso confiar en su sabiduría.

Las cosas debían estar ya preparadas o dejarlas para más tarde. Quizá Marta debía haber previsto mejor el momento de la llegada del Maestro. ¿Por qué no se levantó antes por la mañana? Lo cierto es que en ese momento debía estar junto al Señor, como María, embebiéndose de su Palabra, Palabra única, la sola necesaria.

Cristo pasa en cualquier momento por nuestra casa, por nuestro corazón. Por así decirlo: «Y yo con estos pelos…». No importa; todos tus cabellos están contados (cf Mt 10, 30). Jesús no se escandaliza. Lo necesario es no perderse ni una de sus palabras. Contemplar, escuchar, meditar, entrar en el pensamiento y en los afectos del Dios hecho hombre, Crucificado y Resucitado. Él está aquí. Péinate y ve a su encuentro en el Sagrario más próximo. Escucha. Habla. Lee. Ríe. Llora. Pide. No pidas. Haz lo que quieras. Acompáñale un rato.

Por último: ¿Te sorprende que Dios tenga contados los cabellos de tu cabeza? Piensa qué sucedería si no los tuviera contados. ¡Que no existirían!.

Antonio Orozco 29.07.2012