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Juana de Austria por Alonso Sánchez Coello
(1557) |
Un buen día hace más de
cuatrocientos setenta y siete años ya, veía la luz una de las grandes madrileñas
de la historia, por no decir “la gran” madrileña de la historia, Juana de
Habsburgo o de Austria, nacida el 24 de junio de 1535. Le avala el más
ilustre linaje que imaginar quepa. Es hija del Emperador Carlos V y de
Isabel de Portugal, y es hermana de Felipe II. Llamada Juana por
haber nacido el 24 de junio y por su abuela paterna, la reina loca, estaba
dotada de una proverbial inteligencia. Con apenas ocho años hablaba
corrientemente español, portugués y latín, tocaba instrumentos y era una ávida
lectora de muchos libros que a cualquiera que no fuera de su regia posición le
estaban vedados.
En 1552, la hermosa y esbelta Juana casa, como todo lo
que hizo en su vida, a la tempranísima edad de los diecisiete años. Lo hace con
su primo Juan, príncipe heredero de la corona de Portugal, aún más
joven, quince años, el cual morirá apenas dos después de tuberculosis, no sin
dejar a Juana embarazada de quien luego será el Rey Sebastián I de
Portugal, el rey cuya muerte en Alcazarquivir en 1578 abrirá el proceso
sucesorio que finalizará con la elevación al trono portugués de Felipe II de
España, bajo el nombre de Felipe I de Portugal.
En un movimiento indudablemente vinculado a la intención de su
padre, el Emperador Carlos V, de abdicar, Juana abandona Portugal,
dejando con todo dolor a su hijo Sebastián a recaudo de su suegra y tía,
la reina portuguesa Catalina de Austria, y vuelve a España para ocuparse
de la regencia de nuestro país, que asume el 12 de julio de 1554, con diecinueve
años de edad, mientras su hermano Felipe, heredero del trono y rey de
España desde 1556, marchaba para realizar lo que se daría en llamar el
“Felicísimo Viaje” por Italia y Países Bajos, culminado con su boda con
la reina de Inglaterra, María Tudor, a la sazón su propia tía segunda.
Juana no volvería ya a Portugal, ni volvería a ver nunca más a
su hijo.
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Auto de fe de
Valladolid |
Juana, cuya regencia es alabada por todos los historiadores por
su ponderación y su mesura, siendo el adjetivo con el que más se la ensalza en
su época, aún a pesar de su hermosura y femineidad, el de “varonil”, hará alarde
de una gran independencia de criterio, hasta el punto de contravenir a menudo
las instrucciones recibidas de su propio hermano, el rey titular Felipe
II. Su gobierno durará cinco años (para que se hagan idea, tanto como el de
Adolfo Suárez por ejemplo) hasta que en 1559, Felipe
vuelve a España, viudo ya de su tía segunda, la reina de Inglaterra. Ha
de lidiar Juana con asuntos tan graves como los focos
protestantes de Valladolid y Sevilla: de hecho hubo de presidir durante once
largas horas el auto de fe de Valladolid que finaliza con 14 quemados,
del que incluso llegó a ausentarse en algún momento por no soportarlo más;
también el caso Carranza, el arzobispo de Toledo que quiso eliminar la
Inquisición.
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Convento de las Desclazas Reales de
Madrid |
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San Francisco de Borja. Por Martínez de
Montañés (1625) |
Estando
involucrada de lleno en la regencia, se abre un nuevo período de la vida de
Juana, pues la hermana del rey de España, reina de Portugal, hija del
emperador y regente de España, profesa como jesuita, siendo la única mujer que
lo ha hecho en la historia, ya que su fundador no tenía previsto abrir una
sección femenina de la orden. Cosa que hizo gracias a un acuerdo secreto con dos
santos (semejante mujer no iba a negociar con personajes menos encumbrados), el
mismísimo fundador San Ignacio de Loyola, y San Francisco de
Borja, jesuita también, su confesor y gran confidente y amigo, con el que de
hecho fue acusada con toda falsedad de mantener relaciones ilícitas.
Juana profesaría bajo nombre supuesto, Mateo Sánchez. Y
el caso es que Ignacio de Loyola no pudo hacer mejor excepción a su
regla, pues desde su regia posición, Juana de Austria apoyará
incondicionalmente a la orden, la cual probablemente no sería hoy día como es de
no haber gozado de la leal y eficacísima protección de Juana.
En el día de la Asunción, es decir el 15 de agosto, de 1559, en
el último año de su regencia y por consejo de su confesor Francisco de
Borja, Juana de Austria funda en lo que fuera el palacio de
Alfonso VI en Madrid, el Convento de las Descalzas Reales, en el
que profesarán significadísimas mujeres de la realeza y de la alta nobleza
española. Dándose la circunstancia de que esta mujer fuera de lo común, siendo
reina y jesuita, lo funda para la orden de las clarisas, es decir, para la
sección femenina de los franciscanos. Todo lo cual no será óbice para que su
hermano Felipe haga un postrer intento de casarla con su propio
hijo, sobrino de ella, Carlos, a lo que ella se niega rotundamente. No
tanto por cuestiones de parentesco o sentimentales, cuanto por el firme
propósito que se había hecho de no volver a casar en su vida, un propósito
afianzado con su nueva (y secreta) condición de jesuita.
Así que con veinticuatro años de edad, Juana hablaba
varios idiomas; tocaba varios instrumentos; había sido reina de Portugal; había
sido madre y no de cualquier niño sino de todo un rey de Portugal; había
ejercido cinco años como excelente reina de España; y era monja jesuita, la
única de la historia, así como fundadora de un convento.
El 8 de septiembre de 1573, con apenas treinta y ocho años de
edad, demasiado temprano como todo lo que hizo en su vida, un tumor se lleva la
vida de la monja-reina en Madrid, siendo enterrada en el Monasterio
de El Escorial, y de allí trasladada, como es fácil de entender, al convento
de su fundación, en un maravilloso sepulcro que le esculpirá Pompeo
Leoni. Moría sólo un año después de su gran amigo y confesor
Francisco de Borja.
La historiografía española, y concretamente la ciudad de Madrid
en la que nació, en la que ejerció de regente y en la que dejó lo que es su gran
obra histórica, el Convento de las Descalzas Reales, está en
deuda con esta increíble española de pro y madrileña universal, verdadero
prodigio de la historia, ya que su figura no es lo conocida y apreciada que sus
muchos logros y realizaciones ameritan.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=23870
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